Rutas e historias de montaña mas o menos normales, y alguna cosa mas…

martes, 30 de agosto de 2011

DESFILE DE GATOS

Tenía ganas de hacer un recorrido “grande” pero asequible en Pirineos. Después de barajar distintas opciones me decidí por la travesía pico Troumouse-La Munia desde el valle de Barrosa. Conocía la ruta por haberla hecho dos veces en el pasado, la última hace 14 años… La ascensión puede definirse como una excursión de alta dificultad con un largo tramo de escalada fácil pero expuesta, aérea y sin escapatorias. El desnivel es importante. El terreno, variado y complejo, pide olfato para encontrar los mejores pasos, que no siempre son los mas fáciles. El entorno grandioso. Las vistas soberbias. Un recorrido magnífico, con muchas partes en las que esta prohibido caerse, que te deja cansado y con la sensación de haber hecho algo fuera de lo normal.

Con Encarna en el dique seco por  problemas físicos, le propuse a Javier que se apuntara a la fiesta. Hacía varios años que no salíamos juntos al monte y me apetecía disfrutar de su compañía siempre agradable y divertida. No se lo tuve que decir dos veces. Dejando de lado algún problemilla con mis piernas, todo fue según lo previsto. Lo pasamos muy bien...


PICOS DE TROUMOUSE Y LA MUNIA DESDE LA BARROSA

Fecha
VERANO, Sábado 20 de Agosto 2011
Asistentes
Javier, Enric
Zona
Valle de la Barrosa (vecino al norte del valle de Pineta). Pinineos Centrales. Huesca
Inicio ruta
Inicio pista del Hospital de Parzán  (junto la ctra A-138, aprox Km 88.2)
Final ruta
Recorrido
Inicio pista- Hospital Parzan (ruinas)-Final pista-Refugio Barrosa-Camino al Puerto Barrosa- Puerto Barrosa-Brecha-Espolón/cresta E Pico Tromouse-Pico Tromouse-Pico Sierra Morena-Pequeña Munia-La Munia-Canal oblicual que sale al SE poco antes del Pas de Chat- Collado superior de Robiñera-Senda de las Pardas-Canal al NO circo de Barrosa-  Camino al Puerto Barrosa- Refugio Barrosa- retorno por el mismo itinerario
Noche
No
Horario
Total
13 h  42 min
Efectivo
11 h 30 min aprox
Cota (m)
Mínima
1400  (Inicio pista Hospital Parzán)
Máxima
3134 (La Munia)
Climatología
Buen tiempo
Nieve-hielo
No
Desnivel (m) (1)(2)
Ascenso
 1950
Descenso
 1950
Distancia (Km)(1)
 21.4
Dific.Física
Muy alta
Dific.Orientación
Alta en espolón E Troumouse. Media-Alta en bajada desde el collado sup.Robiñera  Resto baja
Dific.Psicológica
Muy Alta por la escalada del espolón E del Tromouse (larga, aérea y expuesta) y la subida al pico de Sierra Morena (aérea y expuesta). El descenso desde el collado sup de Robiñera es estresante
Dific.Técnica
Muy Alta. Trepada prolongada (500 m altura)  PD+ por una pared poco clara y con mucha roca suelta, donde hay algunos pasos de III. Subida a Sierra Morena 40 m de III/II+
Material
Alta montaña estival. A principios de temporada crampones y piolet. Se puede hacer a pelo, pero conviene llevar una cuerda min 30m y material de asegurar. Casco imprescindible
Cartografía
Ordesa y Monte Perdido, 1 :25000, Ed.Alpina
Bibliografía
Valoración
Una excursión de alta dificultad con un largo tramo de escalada fácil pero expuesta, aérea y sin escapatorias. En su categoría, de lo mejor que puede hacerse en Pirineos
Comentarios
Atención al mal tiempo. Una tormenta en la pared del Troumouse o en el largo tramo de cresta podría ser temible. La niebla debe complicar mucho la bajada desde el collado de Robiñéra
Track (en formato gpx):
(1) A partir del track con CompeGPS Land.  (2) Considerando variaciones mínimas de altura de 2 m



Le he pedido a Javier que haga algunos comentarios sobre la ascensión. Estos aparecen en cursiva azul en la parte del escrito a que se refieren. Gracias Javier por tu contribución. Estoy seguro que con ella este escrito ha queda mas redondo y divertido…

Viernes 19 de Agosto. Tras un viaje largo que se nos hace corto, llegamos al inicio de la pista que sube al Hospital de Parzán. Son las 20.30 h. Hoy viene conmigo Javier.  Después de varios años sin ir juntos al monte, me ha costado muy poco convencerle para que se apunte a la fiesta. Javier es un portento físico acostumbrado a rutas de gran distancia y desnivel. Nunca se ha metido en un recorrido de las características técnicas como el que le he propuesto y está algo nervioso. Pero mis dudas no están en mi amigo (que seguro no tendrá problemas) sino en que mis piernas aguanten…

Aparcamos en una pequeña explanada que hay junto el inicio de la pista (1400 m). Podríamos haber subido con el coche hasta las ruinas del Hospital de Parzán, pero el recuerdo de mi última visita me dice que no vale la pena. Así que dormiremos aquí. Sin prisas preparamos el interior del vehículo para pasar la noche. Después cenamos y hablamos un rato. A las 22.30 h nos vamos a dormir. No hace frío y el cielo esta lleno de estrellas. Buenos presagios…

Sábado 20 de Agosto. La alarma del móvil suena a las 4.00 h. Los dos nos quejamos de que el calor casi no nos ha dejado dormir. Mala suerte.

Bufff por muy impresionante que sea la excursión, cuesta encontrar a estas horas la motivación suficiente para salir del saco, y más aun después de lo poco que he dormido durante la noche.. Cuánta razón tenía el instructor que te dijo lo de que ésta, es la hora más sexual del día “por que es la que toca mas los cojones..”.

Después de un cuarto de hora de ganduleo nos ponemos en marcha. Recogemos las cosas, rehacemos el interior del coche, desayunamos y acabamos de preparar las mochilas. Nos repartimos los trastos comunes. Yo la cuerda de 30 m y 9.5 mm. Javier el material duro (5 cintas exprés, varios empotradores, tres friends,  anillos grandes de cinta plana y tres mosquetones de seguridad). Dice que no le cabe en la mochila y que prefiere llevarlo colgado, algo que yo nunca haría. Pero como dice el refrán, contra gustos no hay disputas… Los dos llevamos casco, arnés y el equipo habitual en una ascensión de alta montaña estival. Sin piolet ni crampones, que no hay nieve. Además del pelo y de la edad, un aspecto que nos diferencia es el calzado. Javier lleva zapatillas de treking. Yo unas viejas botas rígidas que, a pesar de estar hechas polvo y estar casi sin suela, me resisto a jubilar. Vuelve a salir el tema de si subimos con el coche hasta donde podamos, pero rechazamos la idea. Queremos empezar desde abajo, sin ninguna ventaja. Mucha ilusión y poco cerebro. A las 4.53 h empezamos a caminar.

Sin prisas subimos por la pista en medio de la oscuridad que rompen nuestras lámparas frontales. Estoy alucinado con la de Javier. Con sus 19 leds ilumina como un camión, y sólo le ha costado 2 € en una tienda de chinos. A su lado, mi super Peltz de 3 leds+foco y 30€ parece una candela. El buen estado del piso y la presencia de una enorme excavadora, nos indican que la pista esta de reformas. Tras 23 minutos de caminata el potente foco chino ilumina las ruinas del Hospital de Parzán (5.16 h, 1510 m). Para mi sorpresa la pista continua igual de buena, y sigue así durante un buen rato. Finalmente, encontramos a la izquierda el camino del valle de la Barrosa (marcas amarillas y blancas) y dejamos la pista, que se dirige a unas cercanas instalaciones hidraúlicas . Son las 5.25 h y el GPS dice que estamos a 1564 m. De haber venido con el coche nos habríamos ahorrado algo mas de media hora y 150 m de subida.

Proseguimos por el camino (O), primero ancho, después mas estrecho pero bien marcado. En leve ascenso nos lleva hacia el fondo del circo de la Barrosa por la orilla  derecha (orográfica) del valle. De repente la potente luz que nos guía se apaga. Los leds chinos dejan de lucir y nos dejan a expensas de mi frontal, que al tener las pilas bastante gastadas es como ir medio a tientas. Javier se muestra contrariado. No puedo evitar decir “por dos euros…”

La madre que parió al frontal de los chinos, muchos leds, mucha luz, pero es que no ha durado una mierda, ya se ha apagado.Vaya tela, porque son pequeños y ni se enteraría, sino le metía al chino, los leds uno a uno por el culo. Ya verás tú a oscuras, lo que tardo en irme al suelo.

Tras intentar reanimar sin éxito la linterna, seguimos subiendo. Atravesamos zonas de pedrera y campos de hierba. Delante y arriba el perfil negro del collado de Robiñera y de las montañas de los lados (La Munia,Robiñera), se recorta contra un cielo azul oscuro. A los lados los ojos de las vacas lucen en la noche. Silencio, soledad…Cruzamos el río. El camino traza una lazada y nos lleva al refugio libre de la Barrosa (6.06 h, 1732 m). Cambiamos de dirección (N). Empieza una larga subida.

Las siguientes dos horas son de ascenso cómodo y continuado. La senda, bien trazada, remonta en grandes lazadas la vertiente izquierda (orográfica) del amplio valle que baja del puerto de la Barrosa, situado 800 metros por encima del refugio. Caminamos a ritmo tranquilo pero constante, intentando ahorrar fuerzas. La noche muere y una luz lechosa se apodera del paisaje. Poco a poco las formas de los colosos que nos rodean se hacen mas nítidas. Aparece el pico de Robiñera, el collado homónimo y el colosal escalón de mil metros de altura, que baja del mismo hasta el fondo del circo de la Barrosa. Si todo va bien, por ahí volveremos. Muy arriba distinguimos la mole de la Munia, el Sierra Morena y el Troumouse con su pared oriental por donde habremos de subir. Su aspecto compacto y repelente no es nada tranquilizador. Javier la mira hipnotizado. Le digo que no se preocupe, que es mucho mas fácil de lo que parece. Pero no parece convencido. Le comprendo. La misma sensación tuve la primera vez que vine, hace ya muchos años…

Vamos subiendo y cada vez que miro la pared me deja más impresionado, y dudo sobre si por ahí seré capaz de llegar a la cima.Además el paisaje me tiene hipnotizado ya que me recuerda muchísimo al Valle de Vajolet en Dolomitas. Menudo paredón tenemos delante, y este hombre asegura que por ahí se puede subir sin demasiados problemas. La verdad es que visto desde aquí, cuesta mucho creerlo, pero bueno, hagamos un acto de fe, y confiemos en el guía.

Ya cerca de la amplia horcada del puerto encontramos un poste señalizador que indica el inicio (o final) de la Senda de las Pardas (7.57 h, 2445 m). Se trata de un antiguo camino minero que, de forma osada y espectacular, y con algunos tramos equipados, atraviesa las paredes del circo por viras y repisas colgadas sobre el vacío. Algún día he de venir a hacerla…

Unas pocas lazadas mas y salimos al amplio llano herboso del Puerto de la Barrosa (8.10 h, 2531 m). Al otro lado (N) descubrimos el circo de la Barroude. Prados verdes, lagos azul turquesa, el refugio, las imponentes murallas de color claro de la cresta que une los picos de Troumouse, Aires y Heid... Mas al norte, la forma atrevida del Gerbats domina el valle como un enorme centinela . Que maravilla…El día es magnífico. Ni una nube, temperatura agradable, una suave brisa, paz…

Poco antes de llegar al Puerto giramos a la izquierda (O). Un sendero que recorre el cordal-cresta nos acerca a la base de la pared este del pico de Troumouse, que iluminada por el sol mañanero se muestra enorme y poderosa. De repente un estruendo rompe el sereno equilibrio del paisaje. Un nevero se precipita por la pared entre el Troumouse y la punta Aires. La brutalidad del desprendimiento nos acongoja haciéndonos sentir muy pequeños y vulnerables. Por suerte en nuestra ruta no hay nieve.

A medida que nos acercamos a la entrada de la vía, cada vez estoy más impresionado no tan solo por la altura de la pared (500 m), y lo insignificantes que parecemos a su lado, es un monstruo enorme, sino también por la dificultad que ésta tiene, eso sí incrustada en un entorno espectacular.
El desprendimiento de nieve, sin que llegue a afectarme, me ha dejado bien claro que pasaría en caso de caer

Conforme avanzamos el cordal se hace mas abrupto. Un breve descenso por una canal, seguido de una ascenso en diagonal entre muros rocosos, nos permite esquivar una punta aguda de color claro y alcanzar, tras un breve descenso, una canal estrecha y pedregosa. La canal finaliza pocos metros mas arriba, en una pequeña brecha que domina los neveros de la Barroude. En la pared de la izquierda una flecha azul indica el inicio de la vía de ascensión de la cara este del Troumouse (8.35 h, 2630 m). Llevamos 3.45 h de marcha casi interrumpida y 1230 metros de desnivel. No vamos rápidos pero estamos dentro del horario marcado. Nos detenemos para almorzar.

Mientras desayunamos llega un grupo de franceses (entre ellos dos niños) procedentes del refugio de la Barroude.Tienen el mismo objetivo que nosotros pero con distinta mentalidad. Van sin casco, cuerda, ni material de ningún tipo. Ataviados con gorrito, pantalón corto y con dos pequeñas mochilas para cinco personas, muestran una frescura que nos hace dudar si son unos genios o unos inconscientes. Al ver nuestra cuerda uno de ellos se sorprende y con tono entre divertido e impertinente nos pregunta para que la llevamos. Preferimos callar y no decirle una animalada…

La madre que parió al francés, menuda vacilada nos ha pegado. Sólo hubiera faltado que se hubiera quitado las zapatillas que lleva y hubiera subido descalzo.

Tras media hora larga de parada (9.08 h) , ya con el casco y el arnés colocados, la cuerda en la mochila y el material forzosamente a mano (Javier sigue pareciendo un vendedor ambulante de trastos de escalada) iniciamos la ascensión. Para empezar, una pared lisa de unos 2-3 m de altura donde los franchutes han tenido problemas (no son tan buenos y la han cogido mal). La salvamos sin grandes apuros gracias a la experiencia de mis dos ascensiones anteriores. El paso es muy corto y poco arriesgado, pero el III no se lo saca ni Dios. Continuamos caminando por una repisa que sube en diagonal. Enseguida salimos a una zona amplia y compleja de la pared. Esta llena de canales, repisas, pequeños muros, espolones y mucha piedra suelta, y se puede ir por muchos sitios.

Después de superar el primero de los pasos “delicados” del día, tengo la sensación de que hemos no dado un pequeño paso, como Armstrong en la luna, sino que acabamos de ganarle la primera batalla a la montaña.
La relativa facilidad con que lo he superado, después de tanto tiempo sin hacer ninguna grimpada seria, me envalentona para seguir subiendo,  y sin llegar a la euforia, poco a poco voy ganando confianza y en soltura. Conforme ganamos altura, siento que me muevo con más desenvoltura.

Durante un rato la ascensión no tiene mas problema que evitar tirar piedras al que va detrás. En previsión de posibles regalitos de nuestros amigos franceses (van muy poco por delante), tomamos otro itinerario que nos aparta de su vertical. Nos alejamos de los tramos de senda y de los hitos que están a nuestra izquierda. Tomamos una línea mas directa, en dirección a una pared negra muy característica que vemos un centenar de metros mas arriba. Trepamos fácilmente por canales y pequeños resaltes de roca mas o menos buena. De esta manera la subida es mas divertida, nos vamos habituando a lo que vendrá después y cogemos confianza en este terreno.

Estoy disfrutando como un loco. La dificultad de este tramo, te obliga a tener que buscarte la vida para encontrar los mejores pasos, pero sin demasiadas complicaciones y me encanta.

Todo va bien hasta que, de repente, noto un dolor agudo en el muslo derecho. ¡Mierda, ahora no…! Una vez mas, mi vieja, y no por ello solucionada, lesión de aductores, la que me hice hace mas de veinticinco años yendo en bicicleta, se despierta con muy mala leche. Se que el calambre es inmediato y he de evitarlo como sea. Me detengo, relajo y estiro la pierna para destensar el músculo. Y lo consigo… Pero el muslo está tocado y en cualquier momento puede volver el tirón. Durante un rato he de evitar que trabaje y no flexionar la pierna, lo que es mucho pedir cuando uno está trepando por una pared de 500 metros de altura. Por suerte o por desgracia, no es la primera vez que me pasa, y se como hacerlo. Poco a poco y con continuas paradas, voy subiendo con la pierna izquierda, manteniendo la derecha tiesa como una palo. Se que ofrezco una curiosa estampa, pero voy haciendo, que es lo que importa…

La historia de mi pierna nos retrasa. Vemos como los franceses (que definitivamente son muy del montón) se sitúan bajo la banda rocosa de color negro. Después suben titubeantes hasta las base de una canal-diedro vertical donde hay una cuerda. A partir de ese momento los problemas se les multiplican. Unos suben. Otros no y piden ayuda que les llega en forma de manos tendidas y otras maniobras a cual mas arriesgada. Todo en un lugar donde esta absolutamente prohibido caerse. No puedo evitar que un escalofrío me recorra el espinazo.

Mira los franceses de las narices, aparte de tirarnos alguna que otra piedra, parece que se han atascado en la cuerda. Si es que no se puede ser un bocazas, al final aun los vamos a adelantar.

Nosotros vamos haciendo. Javier me dice que no tenga prisa e intenta quitar hierro a mi problema. Pero a mi me sabe muy mal, sobre todo por él que estaba disfrutando como un loco. Parece que me siento mejor. Pruebo a flexionar la pierna. Una, dos, tres veces… Vuelve el calambre mas fuerte que antes. A toda prisa me medio siento en una estrecha repisa y hago todo lo posible para contrarrestar el tirón. Lentamente el dolor se apaga. Estoy muy preocupado. Nos encontramos en la parte baja y mas sencilla de la pared. No sería complicado retirarnos. Pero con el día que hace y la hora que es me cuesta aceptar esta posibilidad. Se impone una solución radical. Saco de la mochila el pequeño botiquín y me tomo una pastilla de Ibuprofeno. Después, y ante la sorpresa de Javier, me bajo los pantalones y me aplico un spray tipo réflex en las dos piernas. Seguidamente espero y me relajo. Unos minutos mas tarde me pongo en pie y pruebo a flexionar la pierna. Ningún problema. Continuamos. Los franceses han conseguido superar el paso equipado y ya no los vemos. Mejor…

Cuando te echas el spray tengo un poco de bajón anímico. Al ver que estás pasándolo mal y que no puedes disfrutar de la subida como esperabas, me frena un poco la excitación que hasta entonces me estaba llevando hacia arriba casi en volandas.

Sin correr pero a un ritmo que, vistas las circunstancias, me parece mas que aceptable, alcanzamos una repisa pedregosa situada una veintena de metros por debajo de la pared negra. Rechazo el acceso directo por demasiado vertical. Vamos a la izquierda y encontramos un hito al pie de una fisura. Indica el inicio de la travesía ascendente a la derecha que lleva al pie de la canal-diedro donde esta la cuerda fija. El flanqueo no es difícil (I+/II) pero queda un poco colgado y obliga a pensar dos veces cada movimiento (algo que a partir de ahora será habitual). Después remontamos la canal-diedro. Esta formada por pequeños muros separados por exiguas repisas donde se puede descansar (algo que le va muy bien a mi pierna). El paso es vertical, aéreo y expuesto. Tendrá unos 25 m de altura, los últimos quince equipados con una vieja cuerda, que diría es la misma que encontré hace 14 años. Por este motivo no la hacemos servir. La roca es excelente. Los agarres justos y necesarios permiten subir sin problemas. La dificultad II/II+ con un breve tramo en la salida del diedro (mas escaso de presas) que podría ser III- o III.

El tramo de la cuerda me ha decepcionado un poco. Sinceramente me esperaba tener más problemas (aunque en el fondo me alegro de haberlo pasado tan fácilmente), sobre todo después de haber visto los apuros de los franceses, y lo que ponía el de Pirineos 3000 en su reseña de que el francés que subió por ahí las pasó canutas. Esto me anima para afrontar lo que queda de subida.

En Internet se habla de un paso alternativo mas nuevo, también equipado con una cuerda, que se encuentra bastante mas a la izquierda de la canal-diedro. Por la fotos y la descripción que se dan, creo que es mucho mejor subir por donde hemos ido nosotros, eso sí, dejando la cuerda fija sólo para emergencias.

Superada la canal-diedro tenemos la sensación de que la única salida viable es por arriba, que ya no es posible la retirada. Evidentemente no es así (podría hacerse un rapel desde los anclajes de la cuerda fija, o destrepar con cuidado). La próxima sección de la pared es un tanto extraña. Un muro muy inclinado (no vertical), con forma de embudo, de buena roca (aunque no lo parece) y presas invertidas. En las zonas menos pendientes mucha piedra suelta. De unos 40 metros de altura y, como siempre, con mucho aire por debajo. Lo remontamos concentrados, sin prisas y sin problemas. Seleccionamos el trazado para que la dificultad (II, muy sostenido) no nos sorprenda. Javier va de maravilla. Mis calambres parece que ya son historia. Todo va y lo pasamos bien. No así los franceses, que ayudándose de una mini-cuerda sufren en una travesía que hay mas arriba.

La sensación de estar haciendo algo grande aumenta a medida que ganamos altura y la pared cada vez se complica un poco más.

En la parte alta del cono rechazamos alcanzar una pequeña brecha del espolón que hay arriba a la derecha (por ahí se han metido los franceses). Un sencilla diagonal ascendente nos lleva a otro espolón situado a la izquierda, que alcanzamos en una brechita donde hay un pequeño hito. Estamos a media pared. Al otro lado, descubrimos de cerca la basta vertiente sur del pico de Troumouse. También la “gran verruga” del pico de Sierra Morena y su famosa arista oeste, que esperamos subir mas tarde. La ascensión cambia de estilo. En adelante nos moveremos por un espolón aéreo y empinado. La vía no es difícil de encontrar (hay hitos), la roca es bastante buena (en general) y, salvo embarcadas, la dificultad nunca pasa del II o II+. A disfrutar…

De repente me entran dudas. Por la izquierda asoma el Pico de Sierra Morena. Aquello es demasiado derecho, y en ningún momento tienes protección. No sé si podré subirlo, de momento todo ha ido muy bien, pero viendo lo que está por llegar…Pero ya pensaremos en eso más adelante, ahora tenemos otras cosas entre manos.

Remontamos el espolón por su derecha (por la izquierda hay una zona de grandes placas), primero por una canal-repisa, después por la misma cresta. Los hitos nos guían y tranquilizan. La subida es disfrutona, pero muy aérea y expuesta. Absolutamente prohibido caerse. Liberado de mis problemas físicos, subo a ritmo y pasándolo bien. Javier sigue en su línea, pero lo veo un tanto apagado. Posiblemente el entorno y la tensión empiezan a hacerle efecto. Lo sigo de cerca, pero sin estar encima. Aquí cada uno debe encontrar solución a sus miedos… Mas abajo, los franceses han salido de los apuros y se esfuerzan en seguirnos.

La cima del Troumouse se hace rogar. Hace rato que Javier dice que ya estamos, pero el espolón (ahora cresta inclinada) sigue y sigue. En el altímetro los números cambian poco a poco. Alcanzamos lo alto de una antecima desde la que, por fin, divisamos el horrible trípode metálico de la cumbre del pico de Troumouse. “Ahora si que esta en el bote”, dice el optimista Javier. “Nunca digas zape hasta que haya pasado el último gato” le contesto….

Una cresta estrecha, primero en bajada y después horizontal, comunica la antecima con la pirámide cimera. Las otras dos veces fui por lo alto de la arista. Hoy decido seguir los hitos y trazas de senda, que atraviesan la ladera-pared de la derecha. Después de jugarnos el tipo cruzando dos tramos de placa cubiertos de piedra suelta, y tener que superar un odiosa canal-tartera donde todo se viene abajo, proclamo que esta ruta es una mierda y es mucho mejor ir por la cresta. Pasado este pequeño purgatorio, aún nos queda algún paso de trepada fácil antes de la cima, que finalmente alcanzamos con una sonrisa de oreja a oreja (11.34 h, 3089 m).

Indescriptible. La satisfacción es tanta que siento en una piedra y mientras como el bocadillo, me limito a pensar, en lo que acabamos de hacer. El tres mil más “currado” de todos los que he hecho, y probablemente el que más me ha llenado cuando he llegado a su cima. Menudas dos horas y media de adrenalina.Después de subir hasta aquí arriba así, me siento poderoso. Cuatro palabras lo dicen todo: “Que grandes somos.

Abrazos, felicitaciones... Sin que sea necesario, entono el mea culpa por el tiempo perdido a causa de mi pierna. Sin este problema seguro que habríamos hecho la pared en menos de 2 horas. Rebosamos alegría y satisfacción. Ha sido una ascensión preciosa, ejecutada de forma correcta, sin dudas, con seguridad, y lo mas importante (y sin contar el trance de mi pata), disfrutando de cada metro. Respecto el paisaje, una pasada. De la Suca al Tallón pasando por el Monte Perdido, Astazus, Vignemale, Midi de Bigorre, Aneto, Posets, Bachimala, Cullfredas, Lostou, Puntsa Suelza y muchas mas cimas que no voy a nombrar. Especial mención a los picos de las cresta de Troumouse (Gerbats, Heid, La Munia, Peña Blanca…),sobre todo, el cercano Sierra Morena, cuya arista oeste, vertical y desafiante, hace que Javier dude de mis afirmaciones de que es mucho mas sencilla de lo que parece.

Nuestros amigos franceses llegan un cuarto de hora después que nosotros. Tras un pequeño descanso nos preguntan por la mejor  manera de volver a la Barroude. Cuesta creer que hayan subido sin plantearse la bajada, pero es lo que parece. Les digo que lo mejor es crestear hasta la Munia, bajar al collado de Robiñera y de ahí a la Senda de las Pardas, que finaliza en cerca del Puerto de la Barrosa. No ven claro bajar por donde han subido, pero aún menos enfrentarse sin cuerda al Sierra Morena. Les decimos que vengan con nosotros, que les aseguraremos con nuestra cuerda (menudo lío). Pero rechazan nuestra oferta y continúan meditando lo que van a hacer. Sin duda tienen un buen marrón…

Tras permanecer 25 minutos en la cima, ya comidos, hidratados y descansados, pero no tranquilos, reemprendemos la marcha (11.58 h). Al mismo tiempo llegan dos grupos (2 y 3) que están haciendo la cresta de Troumouse. Se les ve jóvenes y bien preparados. El único parecido con nosotros es que también llevan la cuerda en la mochila. Un sendero con algún sencillo pasito rocoso, nos lleva por la derecha de la cresta sur del Troumouse hasta el amplio collado que lo separa del Sierra Morena (12.05 h, 3049 m). Enseguida llegamos al pie de su cresta-espolón norte.

En un cresterío lleno de lugares míticos (el Pas du Chat en la normal de la Munia, la travesía de la pared sur del Gerbats, o el Pas de Cheval Rouge en la Peña Blanca) el espolón norte del Sierra Morena tiene el honor de ser considerado el tramo mas difícil. Se trata de una escalada en buena roca de 40 m de altura, vertical, aérea y expuesta. La dificultad es de III (los dos primeros metros) y después II/II+ muy sostenido. El problema es que desde abajo aparenta bastante mas y asusta al personal. También a Javier, que muy serio me dice que en vez de subir, flanqueará por las inestables laderas pedregosas que quedan colgadas de la cara oriental de la montaña. Su propuesta es descabellada y peligrosa, pero no me sorprende. Yo pensé lo mismo la primera vez que estuve aquí (hace un montón de años, cuando hice en solitario toda la cresta de Troumouse). Con voz tranquila pero tajante le contesto “De ninguna manera. Subirás asegurado. Por algo hemos traído la cuerda y todo ese material que llevas colgando”. Seguidamente me ato, cojo algo de material y le pido a Javier que se asegure y mi asegure.

Frente a la pared pienso que esto me viene grande, aun cuando veo pasar a los cinco que suben antes que nosotros. No me atrevo a jugarme el físico sobre todo en ese primer paso. La cabeza me dice que no seré capaz de llegar a la repisa.

En esto llega el grupo de 2 que vimos en la cima del Troumouse. Van ligeros y me preguntan si se puede subir sin cuerda. “Desde luego”, les contesto (así lo hice las otras tres veces que estuve aquí). Seguidamente les explico como encarar el primer paso. Primero una chica (por cierto, guapísima y con tipo de modelo) y después su compañero, salvan el escollo en un plis plas y desaparecen pared arriba. Ahora me toca a mi (12.20 h). El pasito es muy vertical y con las presas justas. Para acabarlo de arreglar, en  caso de caer te irías por una de las laderas laterales (mal rollito). Pero cuando uno se pone ve que el león no es tan fiero como lo pintan. Enseguida dejo atrás los 2 metros de marras y alcanzo una pequeña repisa. Un nuevo y corto escalón me lleva a un rellano donde hay un clavo en que monto reunión (unos 10 m, III-II). Mientras me preparo pasa el otro grupo del Troumouse (tres chicos) que también van sin cuerda y a toda leche. Los franceses aún siguen en la cima. Le toca el turno a Javier. Como era de esperar no tiene ningún problema y enseguida se reúne conmigo.

Continuamos subiendo. El siguiente largo (de algo mas de 20 m) es vertical, pero con presas excelentes que hacen de la subida un disfrute (II). Reunión en la instalación de rapel. Normalmente se continua por el filo del espolón (vertical pero con unos apoyos tremendos). Pero no se por qué, flanqueo a la derecha hasta una canal (algo delicado,II+) y remonto a su derecha por una laja fisurada (II). Llego de nuevo al filo, donde me detengo en una brechita, ya cerca de la cresta cimera (unos 25 m). Javier sube como una moto y con cara de disfrute. Los últimos 4 metros los encabeza mi amigo. Continuamos en ensamble hasta la cercana cumbre del Sierra Morena, segundo tresmil del día (12.55 h, 3093 m). La subida nos ha costado 35 minutos, una eternidad si lo comparamos con los 5 minutos que se tarda yendo sin cuerda. Pero gracias a ello Javier ha subido tranquilo y disfrutando, y yo también…Algo que me parece muy importante

La seguridad que me ha dado la cuerda ha sido crucial para que pudiera subir al Sierra Morena. En todo momento tenía la tranquilidad de que desde arriba estaba bien sujeto, y que no tenía que preocuparme por una posible caída.

Desde la cima vemos que el grupo de franceses por fin ha tomado una decisión y empiezan a bajar por donde ha subido. Les deseamos toda la suerte del mundo y nos prometemos no pensar en ellos. Pero durante el resto de la excursión estamos pendientes del cielo. Afortunadamente ni vemos ni oímos ningún helicóptero, por lo que es de suponer que la aventura finalizó bien…

Recogemos la cuerda y el material, que para mi alegría Javier por fin se aviene  a llevar en la mochila. Ocho minutos después de nuestra llegada partimos hacia el siguiente tresmil (13.03 h). La cara sur del Sierra Morena es una suave rampa pedregosa, que se prolonga en la subida a la Pequeña Munia, que es el tresmil mas soso y pesado del día (13.21 h, 3099 m).

La cima de la Munia se ve cercana y solitaria (hace un rato estaba llena de gente). Dicen que la cresta que nos separa de ella tiene pasos de hasta II+, pero la verdad es que nunca los he encontrado. Hoy tampoco. La travesía es sencilla (algún tramillo de I+) ,bastante aérea y con alguna sección de piedra suelta. Pero a estas alturas estamos muy familiarizados con estos problemas y la principal dificultad que tenemos es el cansancio acrecentado por las ganas de llegar. Tras superar tres pequeños collados, un tramo de arista algo afilado y una pirámide final donde se alternan pequeños muretes, canales y algo de cresta, alcanzamos la cumbre (13.40 h, 3134 m). Una vez mas abrazos, felicitaciones y peloteos varios. Fiesta grande. Sentarnos, descansar…

Lo hemos conseguido, hemos completado todas las ascensiones. Estoy contento, aunque no tanto como en la cima del Troumouse, pero cuando llego arriba, la sensación de plenitud es enorme.

En contra de lo esperado no estamos solos. Hay un chico que ha subido por la vía normal al que le pedimos que nos haga unas fotografías. Después nos dedicamos a masacrar el paisaje con nuestras cámaras, a sabiendas que con la neblina del ambiente las fotos no serán buenas. La cara radiante de Javier se ensombrece cuando le señalo, muy abajo, el lugar de donde venimos y donde ahora tenemos que ir. Evidentemente aun no ha pasado el último gato…

La madre que me parió pues no está lejos el coche. Con la vista que tenemos desde aquí del valle de la Barrosa, y no consigo ver la carretera. Que larga va a ser la bajada.

Las prisas por iniciar una bajada, que se presenta como eterna y extenuante, y la proximidad de mas gente que sube por la vía normal, acelera nuestra marcha. Pero antes descansamos, acabamos lo que nos queda de agua (en la bajada del collado de Robiñera hay un torrente) y disfrutamos del espectáculo de un avión sin motor que da vueltas a pocos metros de nosotros. Vaya huevos… A las 14.54 h abandonamos la cima. Exceptuando el breve Pas du Chat (II+, recientemente  equipado con una cuerda fija) la cresta SO de la Munia (por donde va la vía normal) no tiene grandes problemas. Caminar por una senda estrecha, y a veces muy aérea, con algún corto sencillo fácil de trepada o destrepada (I/II). El terreno es fácil pero en muchos sitios no admite fallos y se ha de ir con cuidado.

Bajamos poco a poco. El cansancio acumulado y el ambiente aéreo hace que Javier no vaya del todo fino en los tramos de destrepe, retrasándose ligeramente. Siguen pasando gatos…Poco antes de llegar al Pas du Chat dejamos la ruta normal y tomamos una canal que baja en diagonal a la izquierda (14.24 h, 3030 m). Sin mas historia que unas zonas de placas cubiertas de piedra suelta que quedan algo colgadas (la especialidad del macizo), un par de destrepes cortos y fáciles, y las siempre odiosas tarteras, alcanzamos  un collado situado algo mas al NO del verdadero collado de Robiñera (collado alto de Robiñera,14.46 h, 2860 m). Parada…

En la bajada he padecido un poquito, sobre todo en los destrepes de la Munia, en los que había bastante patio. Una vez en el collado, gano tranquilidad. Hemos dejado atrás lo más delicado. Ahora solo queda la incertidumbre de si podremos encontrar el camino de bajada.

Las dificultades técnicas deberían de haber acabado. Nos sacamos el arnés y el casco y nos damos un pequeño descanso. Los próximos problemas serán el cansancio acumulado y encontrar la vía de bajada en una basta ladera de mil metros de altura, cuya parte baja esta plagada de cortados y canales de muy mal paso. Las otras dos veces que baje por aquí acabé embarcado y haciendo rapeles. Hoy espero que nos vaya mejor, pero no me sorprendería que pasara algún gato inesperado. A las 15,01 h iniciamos el descenso.

Para empezar vemos un hito sobre una gran roca situada a pocos metros del collado. Teniendo en cuenta que las otras dos veces no había nada, me parece un buen presagio. Subo a la gran roca con la esperanza de ver algo que nos indique el camino. Distingo otro hito a unos 50 metros de distancia y me pongo muy contento. Javier se descojona, pero no se por que. Cuando le pregunto me dice que mire donde me he subido. Sobre la piedra, en letras de 40 cm de alto hay escrito en pintura blanca “camino de la Barrosa” y una flecha de color blanco. Sin comentarios…

Por suerte o por desgracia, en los últimos 14 años el camino de la Barrosa ha mejorado. Ahora la ruta está balizada con hitos, marcas de pintura blanca y otras mas viejas de color rojo. Por si esto fuera poco, hasta hay algunos tramos de senda. Todo un lujo. Se ha perdido buena parte de la aventura pero se ha ganado en tranquilidad y seguridad. Que cada cual juzgue que es mejor. Por mi parte me gusta mas ahora. Sorprendidos por unas facilidades que no esperábamos encontrar, descendemos desde el collado bastante relajados. Primero cruzamos una zona llana ocupada por una gran pedrera. Después el terreno se empina y la roca se mezcla con la hierba. La ruta va ligeramente a la izquierda (N) del centro de la ladera y, poniendo atención a los hitos (que es lo que mejor se ve) se sigue bastante bien.

Encontrar las marcas de pintura me termina de tranquilizar del todo. El camino será mejor o peor, pero bajaremos por un camino.. Si nos perdemos con lo bien indicado que está, es para que nos la corten.

Tras un cuarto de hora largo de bajada vemos a nuestra izquierda un torrente. Poco después lo cruzamos y nos detenemos para coger agua (15.22 h, 2612 m). Seguimos bajando, una nueva ladera herbosa nos lleva hasta el borde de un balcón colgado. Entonces los hitos van a la derecha, en busca del torrente que baja encajonado por una canal. Descendemos por la orilla izquierda del mismo. Después la ruta se hace confusa. Vamos a la izquierda, hasta lo alto de una canal ladera de hierba y piedras muy pendiente, por la que, con cuidado, se puede bajar sin grandes problemas. Descendemos trazando diagonales y encontramos mas hitos. Vamos bien. El costarrón nos lleva a una amplia repisa herbosa-pedregosa que cruza el escalón del collado de Robiñera a unos 2400-2500 metros de altura. En el borde inferior del mismo vemos una traza muy clara de camino. Es la Senda de las Pardas. Los hitos y las marcas blancas nos llevan hasta la misma a través de una incómoda pedrera de bloques que cruzamos en diagonal a la izquierda.

Ya en la Senda de las Pardas (15.56 h, 2413 m) la continuación de la ruta no es nada clara. Siguen pasando gatos… Bajar recto o ir a la derecha queda descartado por mis experiencias anteriores. Otra posibilidad es ir en diagonal a la izquierda por repisas de fuerte inclinación colgadas sobre cortados. No hitos ni hay nada que apoye esta vía. Mal rollo. Anulada. La única opción “evidente” es seguir al norte la Senda de las Pardas hasta su final en las cercanías del Puerto de la Barrosa. El problema es que se ha de subir hasta un cercano collado que vemos a nuestra izquierda (a estas alturas sienta como una patada en los coj…) y que nos aleja mucho del fondo del valle. Pero es la posibilidad mejor y mas segura. Así que optamos por ella.

En la Senda de las Pardas se me viene el mundo encima, y más aun cuando alcanzamos el pequeño montículo que tenemos delante, y veo lo lejos que queda el Puerto de la Barrosa y lo que nos queda una vez allí hasta llegar al fondo del valle. Por mucho que intento mentalizarme, el mazazo psicológico ha sido importante

El camino esta muy bien trazado. La subida al collado se hace corta y llevadera. Una vez arriba (16.11 h, 2475 m) podemos ver en su totalidad el osado trazado de la senda, cruzando paredes hasta llegar al Puerto de la Barrosa. Intentamos animarnos con la idea de que vamos a hacer un itinerario curioso y deportivo, pero la idea no cuela. Por esto cuando, tras un tramo inicial de descenso, llegamos al principio de la travesía y Javier ve a la derecha un hito y una flecha blanca dirigida hacia el valle, sentimos que se abre el cielo (16.17 h, 2430 m). Pero no nos atrevemos a decir “zape”…

Alivio, un alivio enorme. De repente las piernas vuelven a tener ganas de caminar y la mochila ha perdido varios quilos de peso.

Dejamos sin pena la Senda de las Pardas e iniciamos la bajada, primero directa, después en diagonal a la izquierda, por laderas herbosas bastante pendientes. De nuevo Javier (que está muy ojo avizor) encuentra hitos y alguna marca blanca, que actúan de sedantes. El valle se acerca. Sólo nos separa del mismo un último escalón del que salvamos por una canal invisible desde arriba. Un último rodeo por la derecha de unas pequeñas bandas rocosas, nos deja en la pedrera que ocupa la cabecera del valle, cuyo eje alcanzamos poco después (16.53 h, 2196 m). Seguidamente, un largo flanqueo al SE, primero en subida, después horizontal y por último en bajada, nos lleva hasta el camino del Puerto de la Barrosa (17.10 h, 2105 m).

Aunque todavía queda un buen trecho, mentalmente la excursión se ha terminado. Después de tantas horas bregando con caminos imposibles, el simple hecho de llegar a un sendero conocido y fácil, hace que desconecte, que le dé al interruptor el piloto automático, y aunque presto atención al camino y hablo con Enric, mis pensamientos están en la pared que tengo a la espalda, recordando por donde hemos subido.

La llegada a la “autopista” del Puerto de la Barrosa marca el final de las complicaciones. Ya no hay mas gatos por pasar. Por fin podemos decir “zape”…Pero no nos relajamos. A ritmo rápido, y atajando lazadas del camino, bajamos cerca de 400 m de desnivel en 25 minutos y llegamos al refugio de la Barrosa (17.36 h), donde hacemos un breve alto. Lo que resta hasta el coche tiene poca historia. Caminamos ligeros valle abajo contemplando paisajes que durante la subida nocturna
no pudimos ver. A las 18.10 h llegamos a la pista. Tenemos la sensación de que ya estamos, pero no es así. El último tramo se hace eterno, y mas cuando pensamos que nos lo podríamos haber ahorrado. No aprenderemos nunca…Finalmente, a las 18.35 h llegamos al coche

Si ahora mismo viniera un oso, esta noche nos lo comíamos asado. Estoy pletórico. Todo ha ido de narices. El recorrido espectacular, y la sensación con que llegas al coche es de que acabas de hacer una de las excursiones de tu vida

Después de cerca de 14 horas y 2000 metros de desnivel estamos bastante molidos pero extremadamente satisfechos. Sin prisas nos cambiamos de ropa y de calzado, ponemos los trastos en el maletero e iniciamos un viaje de vuelta a casa, en el que solo nos detendremos para cenar como Dios manda. Son cerca de las 23.00 h cuando llegamos a Begues. Ayudo a Javier a llevar sus cosas a su coche. Después nos despedimos con el firme propósito de que no hayan de pasar varios años mas para que volvamos a salir juntos.

Entro el coche en el garaje y Encarna baja a ayudarme a llevar las mochilas a casa. Me pregunta por como ha ido. Le contesto que muy bien, pero que mañana terndré unas agujetas de caballo. Sonríe y dice “míralo por el lado bueno; así tendrás un buen motivo para revivir la excursión de hoy”. Me deja pensativo. Tal vez me precipité al decir “zape”…

Nota
A mig matí del diumenge 21 d'agost, Javier em telefona per dir-me que el Xavier, amb el que fa uns anys Encarna i jo vam compartir moltes excursions, ahir va tenir un greu accident a les muntanyes andorranes. La noticia ens deixa atònits, preocupats, negitosos. Justament ahir va fer un any que en Lluís, un altre amic muntanyenc, es va matar prop de l’Aneto. Mala data aquesta del 20 d’ Agost…

Volem dedicar aquest relat al Xavier. De tot cor li donem ànims a ell i la seva família, desitjant que com més aviat millor superi aquest mal tràngol, es recuperi tant física com anímicament, i torni a voltar per aquestes muntanyes que tant estima i tant bé reflecteix en les seves nombrosíssimes cròniques i galeries.  ¡Amunt Xavier!  

Encarna i Enric

La ruta en imágenes (Fografías de Javier y Enric)
(Recomendamos ver como como presentación -mas calidad- . Para ello pulsar en la foto y después el botón "pantalla completa")




EniEn – Agosto 2011

domingo, 21 de agosto de 2011

ONCE DIAS EN BABIA. FINAL...

David Atela habla de los picos del Fontán como la montaña mas alta y bravía de la parte centro-occidental de la cordillera cantábrica. Con estas credenciales estaba claro que no podíamos irnos de Babia sin haberlos ascendido. El problema es que no sabíamos como ni por donde. Rechazamos el itinerario normal desde Asturias, por comportar un largo rodeo en coche. Queríamos hacerlo por su vertiente leonesa, partiendo de Torrebarrio. Habíamos leído que existía una ruta sencilla, pero no teníamos detalles de la misma. De este modo, subir los Fontán se convirtió en un doble reto de, primero, encontrar la ruta y, segundo, recorrerla. Fascinante…

Ya en Babia, intentamos documentarnos preguntando (nadie sabia nada), leyendo guías e Internet (documentación escasa y poco precisa) y, sobre todo, observando largamente la vertiente leonesa del macizo de las Ubiñas. Finalmente diseñamos una ruta circular que enlaza varios itinerarios, mas o menos conocidos. La mayor incógnita del recorrido estaba en la primera parte del mismo, cuando se asciende el pico del Prau por su vertiente O (de este tramo teníamos muy pocas referencias y prácticamente nos lo inventamos). Después se suben los Fontán por su cresta NO. La vuelta es por la vía normal asturiana, bajando hasta el refugio de Meicín. Ahí se cambia de dirección, volviendo a subir hasta el Alto de Terreros y el collado de Ronzón (terreno que ya conocíamos del día de las Ubiñas), de donde se baja a Torrebarrio.

La ruta es larga y con un desnivel importante. Para hacerla necesitábamos tres cosas. Que la subida al Prau fuera factible (no habernos equivocado al diseñarla), estar descansados y que hiciera buen tiempo. Tuvimos suerte. Se cumplieron las dos primeras. La tercera, digamos que en un 50% por culpa de la niebla, que nos impidió disfrutar de buena parte de las vistas. Con todo fue una estupenda jornada de montaña.

Esta ascensión fue la octava y última de nuestros once días en Babia. El día después, recogimos los bártulos y volvimos a casa. Ya no estamos en Babia, pero durante mucho tiempo seguiremos allí, recorriendo con la memoria sus montañas y valles, recordando su gente, saboreando su embutido, sintiendo la mirada triste de los pastores leoneses (pedazo perros), escuchando el crotorar de las cigüeñas… Volveremos

EL PRAU Y PICOS DE FONTAN

Fecha
PRINCIPIOS VERANO, Miércoles 8 de Julio 2011
Asistentes
Encarna,Enric
Zona
León-Asturias. Cordillera Cantábrica. Macizo de Peña Ubiña.
Inicio ruta
Torrebarrio. A unos 3 Km de San Emiliano, por la ctra LE-481 que va al Puerto de la Ventana
Final ruta
Recorrido
Torrebarrio- Pista hasta el Torrente de los Muriales-Camino-Lomba Verde- Collada y pico del Prau-Horcada N de Fontan- Cresta NO Fontan- Fontan S-Fontan N-Horcada S de Fontan-Canalón del Buey-Portilla del Canalón Oscuro-Refugio Meicín-Alto Terreros-Collado de Ronzón-Pista-Torrebarrio
Noche
No
Horario
Total
10 h 29 min
Efectivo
8 h 30 min, aprox
Cota (m)
Mínima
1247 (Torrebarrio)
Máxima
2414 (Fontan S)
Climatología
Niebla y viento buena parte del día. Visibilidad nula o escasa. Al final sol.
Nieve-hielo
No. Algún pequeño nevero esquivable bajando de los picos de Fontán
Desnivel (m) (1)(2)
Ascenso
 1730
Descenso
 1730
Distancia (Km)(1)
 18.2
Dific.Física
Muy alta (por el desnivel, distancia y el terreno)
Dific.Orientación
Media en la subida del la vertiente SO del Prau y la cresta O del Fontan.
Baja para el resto de la excursión (pista, caminos o sendas bien marcados)
Dific.Psicológica
Media, en la subida al Prau, la cresta de Fontan (un tramo aéreo) y la bajada del Canalón del Buey, sencilla pero un poco agobiante por la inestabilidad del terreno.
Baja en el resto de la excursión
Dific.Técnica
Baja-Media. Algún paso aislado de trepada fácil en la subida al Prau y en la cresta O del Fontan
Material
Alta montaña estival.
Cartografía
“Cordillera Cantábrica. Macizo de las Ubiñas”,1:25000,Ediciones Adrados, 2006
Bibliografía
Para la bajada de losFontan al refugio y vuelta a Torrebarrio :“Cordillera Cantábrica Central y Occidental”,Itin.26a,24c y 24d. David Atela, Ed.Desnivel, 2010.
Para la subida al Prau y los Fontan no conocemos bibliografía aceptable
Valoración
Posiblemente una de las mejores rutas sin nieve a los picos de Prau y Fontan. La circular permite conocer las distintas vertientes de estas montañas. Muy recomendable
Comentarios
La ruta se puede mejorar si,tras bajar del Canalón del Buey, se sube a la pasada del Siete para coger la senda balizada (marcas amarillas) que va al alto de Terreros. Nosotros no la hicimos por falta de visibilidad y no conocer el terreno.  Esta variante (que ahorra la sifonada del   refugio de Meicín) tiene la posibilidad de ascender la Peña Ubiña por su crestas N o E y bajar al collado de Ronzón por la cresta S (vía normal). La excursión  resultante es muy dura pero alucinante.
Track (en formato gpx):
(1) A partir del track con CompeGPS Land.  (2) Considerando variaciones mínimas de altura de 2 m




Miércoles 8 de Julio. A las 6.45 h aparcamos en la plaza que hay al SE de Torrebarrio, junto al parque infantil y cerca de la fuente-abrevadero. El cielo esta azul, pero las nieblas que hay en las  montañas tienen mala pinta. Una vez mas se cumple la ley de Murphy y el día de la ascensión mas comprometida es el que hace el tiempo peor. La contrariedad se palpa en el ambiente. En silencio nos ponemos las botas, calibro el GPS, ajustamos los bastones… Miro a Encarna y le digo “a ver que pasa”. Me responde con una mueca de resignación. Nos ponemos la mochila y empezamos a caminar (6.50 h, 1247 m).

Inicialmente nuestra ruta coincide con la del collado del Ronzón. Cogemos la calle que sale al SE de la plaza. Enseguida llegamos a un pequeño puente. Justo después del mismo, sale a la izquierda una pista (hito) que inexplicablemente no aparece en el mapa. Continuamos por la misma (primero NE, después E) subiendo de forma sostenida . Un viento racheado acentúa la sensación de frío, que al ir en sombra es desagradable. Cerca de la base del amplio espolón occidental de la Peña Ubiña la pista gira 90º a la izquierda (7.32 h, 1537 m). Dejamos la ruta del collado del Ronzón, que sigue por un camino que sale (E) en esta curva. Continuamos (N) por la pista, cruzando las laderas que bajan de los paredones de la montaña. La subida es constante pero queda suavizada por alguna lazada. Media hora mas tarde llegamos a un llano herboso donde la calzada de tierra hace un amplio giro a la derecha (NE). A la izquierda del mismo (O) se alza la pequeña Peña los Fontanales. Hacemos un breve alto al abrigo de sus muros (8.05 h, 1690 m). La niebla juega al escondite con la montaña. Ahora aparece, ahora desaparece… Para nuestra desgracia sus zonas predilectas son las vertientes O y SO del Prau, por donde habremos de subir. La ley de Murphy vuelve a cumplirse…

De vuelta a la pista reencontramos el viento, ahora menos violento. En mínimo descenso entramos en un amplio valle, en el que las laderas de hierba y arbustos se inclinan rápidamente haciéndose pedregosas. Por encima de las mismas se alzan los muros calizos, plagados de canales y contrafuertes, de la tortuosa cresta que une los picos de Fontan con la Peña Ubiña. Es la primera vez que vemos esta arista de cerca y se merece una parada. Distinguimos la punta de el Siete, los Castillines, el agujero por donde se escurre la ruta de la Pasada del Arco (un itinerario complejo que permite cruzar la cresta), la torre del Prau Capón…Mas a la izquierda están el Crestón del Pasu Malu (un nombre que asusta) y, algo mas abajo, el pico del Prau. ¡Menudo desfile!  Nos habría gustado hacer alguna de estas puntas (todas comportan trepadas mas o menos difíciles) pero se nos acaban los días. Otra vez será… Fin del alto. Seguimos adelante.

No tardamos en llegar al centro del valle. La pista cruza un torrente por donde baja un hilo de agua (torrente de  los Muriales, 8.18 h, 17450 m). Mas arriba y algo a la derecha del mismo, a la sombra del Prau Capón y de la Peña Ubiña, se intuyen una zonas herbosas mas llanas, que suponemos deben ser los Llanos de Fontán. La pista sigue ,casi horizontal, para finalizar, un kilómetro mas adelante, en un pequeño refugio de pastores. No llegaremos al mismo. Unos 150 metros después del torrente encontramos a la derecha un camino muy claro. No contábamos con él, pero como que parece ir en una buena dirección, dejamos la pista y lo seguimos (8.21 h, 1755 m). Se acabó la comodidad, empieza la aventura…

Tras una breve subida inicial el camino se allana. Poco después se transforma en un sendero desdibujado que se sigue gracias a algunos hitos. Pero no es problema, pues el terreno (lomas y canales de hierba y piedras) permite ir por cualquier sitio. Ponemos rumbo a cercana vertiente SO del Prau. El objetivo es la Lomba Verde, que es la ladera herbosa que hay en la base de la cara SO de la montaña. Nuestra ruta remonta esta ladera por la derecha (cerca de una gran pedrera) hasta una primera banda rocosa. Entonces va a la derecha para ascender por la tartera y bajo los muros, en busca de una canal de hierba y roca que sube a la izquierda, que creemos nos permitirá salvar el primer cinturón rocoso de la vertiente. Mas arriba el terreno parece menos obligado, por lo que decidiremos sobre la marcha por donde ir.

Casi veinte minutos después de dejar la pista llegamos al pie de la gran pedrera (8.40 h, 1830 m). La cruzamos subiendo en diagonal y alcanzamos la Lomba Verde, algo elevados sobre los llanos herbosos donde empieza. Mas atrás hay un rellano donde se encuentra el refugio en el que finaliza la pista. De acuerdo con el plan, iniciamos el ascenso directo de la Lomba Verde. Subimos por el límite pedrera-ladera, intentando aprovechar las trazas de un sendero discontinuo. Muy de cuando en cuando, un pequeño hito avala nuestra ruta y nos sube una moral que la niebla y el entorno (algo lúgubre y muy solitario) hacen que este regularcilla.

Conforme subimos la ladera se empina mas y mas. El avance se endurece y, sin llegar a ser difícil, se va complicando.  En veinte minutos ganamos 200 metros de desnivel y nos plantamos bajo la primera barrera rocosa (9.10 h, 2024 m). Ahora hemos de ir a la derecha y sin subir. La inclinación y la inestabilidad del terreno (hierba, tierra dura, piedras sueltas..) hace que el flanqueo tenga su gracia. Por suerte es corto y sentimos alivio cuando entramos en la pedrera. La moral sube cuando encontramos una traza junto la base de la pared y algunos hitos. No hay duda de que por aquí va una ruta de ascensión…

Los ratos de observación con prismáticos empiezan a dar resultados. La senda rodea la base de la pared por la derecha, deja una primera canal que sale a la izquierda y, cuando alcanza una segunda (menos marcada que la anterior) sube por ella y por el espolón que hay a su izquierda. Exactamente por donde habíamos diseñado la ruta. La canal alterna tramos de hierba y de roca, y es muy tiesa. La senda desaparece siguen los hitos (no muchos). Este lugar impresiona. Subimos poco a poco, con recelo y mucho cuidado. La hierba esta húmeda y un resbalón sería bastante feo…

Llegamos a un pequeño rellano. Toca ir a la izquierda. Bajamos unos pocos metros y cruzamos una canal (la primera que encontramos subiendo por la pedrera) que mas abajo queda cortada. Nueva subida hasta otro rellano (9.27 h, 2094 m). Se acabó el flanqueo. El instinto y los hitos nos llevan hacia arriba, con cierta tendencia a la derecha, por un terreno inclinado donde se alternan tramos rocosos, de hierba o de pedrera. De cuando en cuando aparece la línea de una senda. Casi siempre vamos caminando, sin mas problemas que la niebla (que sigue yendo y viniendo), el ambiente tétrico del entorno (que seguro cambiará con los rayos de sol) y una opresiva sensación de soledad. Ocasionalmente algún pasaje rocoso invita a apoyar las manos.

Al cabo de un rato alcanzamos un espolón terroso de color claro donde hay un hito muy visible (8.41 h, 2170 m). Al otro lado se abre una importante canal que mas abajo muere en la gran de pedrera vecina de la Lomba Verde. Continuamos subiendo (N-NE) por una amplia ladera casi enteramente de pedrera. No hay ningún problema. Simplemente caminar intentando no dar pasos de mas, ni bajar mas que subir. El avance se hace regular y reiterado. Ya muy arriba alcanzamos las terrazas y canales pedregosas que hay bajo las paredes de la cresta rocosa que remata la vertiente. La niebla hace rato que no aparece, pero acecha... Seguimos a la izquierda, por debajo de los muros. Salvamos una última canal, corta e inestable, y salimos a un estrecho collado en la cresta Prau-Fontan (10.07 h, 2324 m). Por fin nos da el sol. Miro a Encarna y en tono de complicidad le digo “lo tenemos en el bote”

Una traza de paso remonta la cresta SE del Prau. El ascenso es corto, sin problemas. En unos minutos alcanzamos la cumbre del Prau (10.15 h, 2357 m). Está señalizada por un montón de piedras que sostiene una barra metálica con un buzón. Nos invade una mezcla de alegría y satisfacción. Estar aquí significa que el trabajo preparatorio ha salido bien. Asimismo comporta el final de todas las incertidumbres, o mejor dicho, de casi todas. Y es que aún nos queda por descubrir la cresta NO de los Fontán, de la que hemos leído cosas contradictoras. Lo que vemos de esta cresta desde el Prau asusta mas que convence. Pero no hacemos caso a estas impresiones (visto de frente todo parece mas difícil) y nos concentramos en el paisaje. La cima es un estupendo mirador que ,en gran parte, está rodeado de precipicios. Desgraciadamente las nieblas, muy abundantes hacia Asturias, nos impiden disfrutar de muchas panorámicas.

Al N  hay una magnífica vista aérea del pico Colines, de la Peña del Ranchón y del resto de montes de este cordal, que recorrimos hace unos días, que ahora nos parece larguísimo…

Al SE un profundo barranco, medio tapado por la niebla, nos separa de los dos picos de Fontán. Estos coronan los dos extremos de una ladera herbosa-pedregosa,colgada y con aspecto bonachón, y están separados por una cresta que desde aquí parece casi horizontal y sin relieves. A la izquierda de la misma esta la escarpada cima N. A la derecha la cima S, algo mas alta pero con menos carácter. A la derecha de esta última sale un lomo herboso y empinado, que mas abajo se convierte en la cresta NO que habremos de recorrer.

Al sur y al oeste es donde hay menos niebla y se  ven mas cosas. Torrebarrio y su valle, el Puerto de la Ventana, el Morronegro y sus vecinos, la Peña Orniz, el Montihuero… Que diferencia de nuestra primera ascensión en Babia, cuando desde el Peña Ubiña éramos incapaces de identificar las montañas de la zona. Ahora no solo las conocemos, sino que hemos visitado algunas de ellas.

La niebla asalta la cresta entre los dos Fontán. Por encima de las nubes el cielo azul indica que, de momento, el tiempo es estable y sin riesgo de lluvia. Esto hace que la idea de completar la circular prevista prevalezca sobre la posibilidad de volver por donde hemos subido. La duda es si sabremos encontrar el camino sin no hay visibilidad. En esto, aparecen a la derecha de la cresta cimera de los Fontan uno, dos, tres…hasta nueve figuras minúsculas, que se dirigen a las cima sur. Sin duda vienen del refugio de Meicín, por lo que habrán subido por donde nosotros queremos bajar. Si pudiéramos alcanzarlos y volver con ellos se resolverían todos nuestros problemas. No hay tiempo que perder. Acabamos de comernos una barrita, bebemos un trago de agua y partimos en busca de la intrigante cresta NO (10.34 h).

Volvemos por donde hemos venido hasta el lugar donde de subida llegamos al pie de las paredes de la cresta. Entonces dejamos a la derecha nuestras huellas de ascenso y seguimos (SE) bajo los muros por terrazas, hasta que las bandas rocosas giran a la derecha (SO). Llegó el momento de encaramarse a la cresta por una canal (hitos, pasos de trepada fácil). Alcanzamos la arista en un collado muy marcado (Horcada N de Fontán, 10.47 h, 2313 m) desde el que vemos perfectamente el paso clave de la arista. Se trata de bajar unos metros por la vertiente de la izquierda (NE) en busca de una estrecha repisa que atraviesa la parte alta de la canal que separa el Prau de los Fontán. La repisa es corta (5-6 metros) y sin dificultad, pero muy aérea. Conduce a una canal muy estrecha y bastante tiesa, pero protegida, que se sube con una sencilla trepada (I/I+). La canal lleva a una cresta herbosa, que mas arriba se ensancha y transforma en una empinada pero amplia ladera de hierba y pedreras, por donde se sube sin problemas. Primero Encarna, después yo, salvamos la repisa y la canal sin problemas y disfrutando. En unos minutos alcanzamos el principio de la cresta-lomo (10.57 h, 2330 m). Ahora sí, fin de la incertidumbre. Lo que falta es todo por ruta bien descrita en la bibliografía. Sin detenernos continuamos remontando la cresta-lomo por alguna de las huellas de paso de la misma.

El tiempo vuela. El grupo que subió desde Meicín va rápido y apenas de detienen en las cimas. Con impotencia vemos como sus últimos integrantes desaparecen por la derecha cincuenta metros por delante nuestro. Apretamos el paso. Conseguimos verlos, y que nos vean, antes de desaparecer tras un collado que hay un poco mas abajo y a la derecha (Horcada S de Fontán) . Medio a gritos les preguntamos por el camino que baja al refugio. “Ningún problema, marcado, sin nieve, se sigue bien aunque haya niebla…”, nos contestan. Les damos las gracias. Seguimos a lo nuestro. Dejamos a la izquierda un camino que va al collado entre los dos Fontán y subimos hasta el borde de la cresta (importantes cortados al otro lado -vertiente sur-). Continuamos por la misma a la izquierda (NE) y enseguida llegamos a la cima del Fontán Sur (11.12 h, 2415 m).

De acuerdo con el mapa (y también con las mediciones de nuestro GPS) estamos en el punto mas alto del macizo de las Ubiñas. Pero a tenor del pobre o nulo “amueblado” de la cima (sólo hay un pequeño hito) nadie lo diría. Aún mas, no sabemos si debido a la niebla, la distancia, o a su estructura rocosa y abrupta,  la cima norte parece claramente mas alta que la sur. Aparte de este comentario, decir que el paisaje se reduce a niebla y mas niebla, salvo hacia el Prau y la cresta NO que ofrecen una apariencia bastante fiera.

El viento frío, la ausencia de vistas y el carácter soso de la cumbre, hacen que estemos en ella  el tiempo de hacer un par de fotografías, que dudamos salgan bien. Tres minutos después de nuestra llegada (10.15 h), partimos hacia el Fontán Norte (11.15 h).  La punta rocosa de esta cumbre le da un aire de misterio y dificultad, que se acentúa con la niebla. Sin ningún problema bajamos caminando hasta el collado entre la dos cimas (11.19 h, 1382). Después, en parte por senderos, en parte trepando (opcional), ascendemos fácilmente por la ladera izquierda (NO) hasta la cumbre norte (11.29 h, 2412 m). La cima, mucho mas abrupta y alpina que la sur, esta señalizada con un barra metálica con un buzón. Respecto al paisaje nada de nada. Nos ha atrapado la niebla…

Con la esperanza de que las nubes se abran y nos dejen ver alguna cosa, nos detenemos y comemos alguna cosa. El tiempo pasa, el cuerpo se enfría (aun persiste el vientecillo de esta mañana), la visibilidad sigue siendo nula. Tras 25 minutos de espera sin ver nada llegamos a la conclusión de que la situación no mejorará. Así que nos vamos para abajo. Esta vez seguimos los senderos y alcanzamos el collado entre los dos Fontanes sin tener que utilizar las manos. Después seguimos la senda que cruza la ladera por debajo del Fontan Sur y nos lleva directamente a la parte alta de la cresta NO. Delante nuestro (SO) se abre el embudo de una enigmática canal de roca y hierba, que mas abajo se estrecha y parece quedar colgada. A la izquierda de este embudo (S) se encuentra la Horcada S de Fontán, que es donde estaban los del grupo del refugio cuando hablamos con ellos. La ruta de bajada pasa por este collado, que puede alcanzarse de dos maneras. Una es bajar directamente por una canal muy tiesa de roca rota (desaconsejable). La otra va  unos metros a la derecha y desciende por una ladera de hierba hasta el borde derecho (NO) del embudo, que seguidamente se cruza en ligera bajada (fácil pero algo vertiginoso, es lo que hacemos nosotros).

Sin nada especial que contar llegamos a la Horcada S de Fontán (11.58 h, 2375 m). Nos encontramos en un collado que da a tres vertientes. La de los picos de Fontan (N), por donde hemos venido), la de Torrebarrio (O, vistas vertiginosas) y la de la canal del Canalón del Buey (E, llena de niebla), por donde habremos de bajar. Al SE se inicia la complicada cresta que finaliza en la Peña Ubiña. La primera cima de la misma es la punta del Creston del Pasu Malu (un nombre muy bien buscado). Permanecemos 10 minutos cámara en mano esperando que se abra la niebla y podamos ver y fotografiar la ruta de bajada y, en especial, la Portilla del Canalón Oscuro, desde donde el camino baja al refugio de Meicín. Una vez mas nada de nada. Paciencia… Guardamos la cámara e iniciamos el descenso del Canalón del Buey.

La bajada del tramo superior del Canalón es la parte mas ingrata de la excursión. La fuerte pendiente (unos 40º), las piedras sueltas que bajan a la mínima y la inestabilidad de las zonas sin pedrera (ocupadas por tierra endurecida que resbala muchísimo), nos complican la vida. En todo momento buscamos los laterales, donde la pared y algunas rocas nos dan apoyos fiables. Así y todo, los desprendimientos mas o menos masivos son frecuentes y peligrosos. Nos alegramos de estar solos y nos arrepentimos de no haber traído el casco. Para minimizar el riesgo, y a pesar de ser lento, bajamos de uno en uno. Poco a poco vamos perdiendo metros por la izquierda de la canal.

Tras haber descendido un centenar de metros, la canal se abre, pierde inclinación y se hace mas cómoda y segura. Pasamos al lado derecho donde un sendero facilita el descenso. La niebla se abre. Por fin podemos ver donde estamos y a donde vamos. Nos encontramos en una enorme tartera que ocupa la cabecera del valle de Cueva Palacios. A nuestra derecha tenemos los muros de las caras oriental del Crestón del Pasu Malu y de el Siete. Delante y mas abajo el agudo cordal de los picos del Portillín sale perpendicular a esta pared (E). El extremo derecho (O) del mismo se une a la pared de El Siete en una brecha muy marcada (Pasada de El Siete) de la que baja una canal estrecha y muy empinada, en buena parte esta ocupada por un nevero residual. En el extremo izquierdo (E-NE) del cordal del Portillín está la Portilla del Canalón Oscuro. Mas allá de la misma, el pico del mismo nombre. A la Portilla llega un camino bien marcado que, con una larga diagonal descendente, recorre a media ladera la vertiente derecha del valle. Este camino parece ser la continuación de la senda en por donde vamos. Conclusión, todo va bien…

El terreno pedregoso e inestable, el camino mas largo y menos marcado de lo que parecía y el haber de abrir huella a patadas para cruzar tres neveros cortos pero resbaladizos, hacen que alcancemos la Portilla del Canalón Oscuro mas tarde de lo esperado (13.04 h, 2060 m). Hacemos un breve alto para relajar las piernas que empiezan a estar tocadas. Una última mirada al valle que dejamos atrás y al lugar donde la niebla oculta los picos de Fontan (no hemos conseguido verlos desde este lado). Después iniciamos un fuerte descenso (SE) de 500 metros de desnivel, por un camino muy estrecho pero bien trazado. La senda traza cortas e innumerables lazadas en una canal herbosa de considerable inclinación y nos lleva, mucho mas abajo, a la preciosa pradera llana del fondo del valle, donde se encuentra el refugio de Meicín (13.56 h, 1549 m).

El refugio esta guardado y abierto, pero no hay nadie. Sólo un turista enteramente dedicado a fotografiar las vacas y caballos que en considerable número pastan por los alrededores. No hace  frío, ni viento, y da el sol. Vamos, que se está de narices… Nos sentamos en uno de los bancos de obra de la terraza del refugio y nos regalamos un merecido descanso. Comemos, bebemos, también fotografiamos las vacas que se acercan a pedir algo de comida (como está el mundo…). El entorno que nos rodea es precioso, con un marcado carácter de alta montaña. Por desgracia, la puñetera niebla nos deja ver poca cosa.

Lo que si vemos, y bastante bien, es el escalón herboso que domina el valle desde el sur. En lo alto del mismo se encuentra el Alto de Terreros, por donde pasa nuestra ruta de vuelta, camino del collado del Ronzón. A estas alturas de excursión, después de mas de 7 horas, 1250 metros subiendo, 1000 bajando y 13 Km de recorrido, en buena parte por terreno rompe-piernas, no nos hace mucha ilusión afrontar una subida sostenida de 430  metros. Pero es lo que toca. De momento nos relajamos e intentamos recuperar fuerzas. Después ya veremos…

La parada se prolonga casi tres cuartos de hora. A las 14.43 h reemprendemos la caminata. Dejamos el refugio e iniciamos el ascenso al Alto de Terreros por alguna de las sendas que hay a la derecha (orográfica) del valle. Adoptamos un ritmo lento y regular, que sólo rompemos para hacer fotografías. En contra de lo esperado la subida es agradable y no muy cansada. El cielo se abre y el sol ilumina la cercana Peña Ubiña. Sin problemas salvamos los distintos resaltes herbosos que forman el escalón y alcanzamos el Alto de Terreros (15.34 h, 1886 m).

Lo que nos queda es por terreno conocido. Una diagonal ascendente al SO nos lleva hasta el collado superior de Ronzón (el que está al norte de la punta de la Carba,16.05 h, 1978 m). A la derecha (N) y algo mas arriba, varias personas finalizan el descenso de la cresta sur de la Peña Ubiña. Cuando se acercan vemos que es el grupo que encontramos en los picos de Fontán. Han hecho una ruta preciosa. Después de bajar el Canalón del Buey, subieron a la Pasada del Siete y de ahí siguieron la ruta balizada al Alto de Terreros. Tras cruzar la vertiente NE de la Peña Ubiña, giraron a la derecha para remontar la cresta oriental de esta montaña, bajándola por la vía normal de la cresta sur. De esta manera han enlazado en el día las dos cimas mas importantes del macizo de las Ubiñas, con un itinerario magnífico y técnicamente no muy difícil, pero que requiere tener un buen conocimiento de la zona.

Con los dientes rayando el suelo, de tan largos que se nos han puesto, iniciamos la última ,y también la mas fácil y tranquila, parte de la excursión. Bajar a Torrebarrio. Dejamos a la izquierda el collado de Ronzón (donde disfrutamos con la estampa de un perro pastor leonés que, completamente solo y sin el pastor, controla sin titubeos un enorme rebaño de ovejas) y bajamos por un prado hasta encontrar el camino que viene de Torrebarrio. Fin de las dificultades. Ponemos el piloto automático y descendemos sin prisas por esta senda que, después de lo que hemos hecho, nos parece una autopista.

A ritmo tranquilo tardamos algo menos de 50 minutos en recorrer la larga diagonal descendente bajo las canales y contrafuertes de la vertiente SO del Peña Ubiña. A las 16.53 h llegamos a la pista por donde subimos hace unas horas. La seguimos en bajada. Nos sorprende que sea tan larga. Sin mas problema que el calor y las ganas de sacarnos las botas, llegamos a Torrebarrio donde tenemos el coche (17.29 h). Final de la excursión y también de nuestras correrías en Babia, por este año… 

La ruta en imágenes
(Recomendamos ver como como presentación -mas calidad- . Para ello pulsar en la foto y después el botón "pantalla completa")



EniEn - Julio 2011