Rutas e historias de montaña mas o menos normales, y alguna cosa mas…

miércoles, 9 de febrero de 2011

RUTA CURIOSA

En Julio del 2004 nos embarcamos en la travesía del Posets desde Biados. La climatología y la ruta en si, convirtieron la ascensión en una prueba de paciencia y moral. Os presentamos el relato que escribimos pocos días después de la excursión. Algunos de los que entonces leyeron este escrito, la calificaron como "animalada sin desperdicio". Y vosotros, ¿que pensáis?

POSETS DESDE BIADÓS

“Ruta curiosa” era el título del email que enviamos varios amigos, explicándoles nuestro plan para el fin de semana con la esperanza de que se animaran a venir. Nadie se apuntó. La idea les pareció algo descabellada…Salir de casa el sábado de madrugada y hacer 350 Km hasta Biadós. Seguidamente subir  el Posets (1700 metros de desnivel), bajar por la vía normal (canal Fonda) e ir a dormir al lago de Llardaneta. El domingo remontar 200 metros hasta el collado de Eriste. Dejar las mochilas para subir y bajar el pico de la Forqueta. Después bajar por la otra cara del collado (O) hasta Biadós. Y de vuelta a casa…

La envergadura de la vía de ascenso, y el desconocimiento de la misma, nos hacían pensar que teníamos pocas posibilidades de alcanzar la cima, Y mas yendo cargados con el equipo de vivac y comida para dos días. Para acabarlo de arreglar, la meteo daba riesgo de tormentas para el sábado tarde-noche. Como no veía claro dormir al raso, el viernes fui al Decathlon y compré una tienda extraligera (2 Kg). Con ella tendríamos tranquilidad, pero también mas peso en las mochilas…

Sábado 17 de Julio.  Salimos de Begues a las 5.15 h. Amanece con el cielo cubierto de nubes, incluso caen algunas gotas. Antes de lo previsto llegamos a San Juan de Plan. Sin detenernos, tomamos la pista estrecha y de piso regular que se interna en el valle. Diez kilómetros mas arriba aparcamos un centenar de  metros antes del refugio de Biadós.
El paisaje es precioso, de postal. Pero el tiempo no lo es tanto. El cielo esta encapotado y las nubes cubren las montañas por encima de los 2700 metros. Frente a nosotros (O) se alza el enorme macizo Posets-Espadas. Las enormes pendientes de hierba y bosque por abajo, y de roca y nieve por arriban las altas, trasmiten una sensación de terreno salvaje e inaccesible. Nos preguntamos si no habremos pujado demasiado alto. Mil setecientos  son muchos metros de desnivel para hacer de un tirón, saliendo tarde, con tiempo chungo y además cargados. Pero con probar nada se pierde, Además, si las cosas van mal dadas siempre podemos bajar por donde hemos subido, suponemos…
Sin prisas nos preparamos y acabamos de montar las mochilas. Pese a haber reducido el equipo al máximo nos parecen enormes y pesadas. En la mía llevo el saco de dormir, algo de ropa de recambio, un forro fino, la chupa de gore, unos 3 Kg entre comida y bebida, linterna y pilas de recambio, botiquín, piolet, crampones y la tienda. En total unos 14 Kg. Encarna es mas afortunada y sólo lleva 10 Kg…

A las 10.00 h comienza la aventura. Recorremos el corto tramo de pista hasta su final. El refugio de Biadós esta muy cerca, unos cincuenta metros mas arriba. Seguimos al este por una senda marcada con señales de GR. Atravesamos una zona de prados y pasamos junto algunas bordas. Enseguida encontramos una bifurcación de caminos señalizada con un gran cartel. Siguiendo recto se va a Añes Cruces y el collado de Gistain. Nosotros tomamos el camino que baja, que es el del Posets. El cartel indica 5h 30 min hasta la cima.Pero se queda corto…
Un breve descenso nos lleva hasta el río. Lo cruzamos por un puente de madera. Ya estamos a los pies del monstruo que pretendemos conquistar. En adelante todo será cuesta arriba, sin apenas tramos horizontales. Esperemos encontrar la buena senda, que el tiempo aguante, y sobre todo, que las fuerzas y la moral no nos abandonen…
Desde el puente seguimos por el camino. Enseguida atraviesa una valla para el ganado por un paso estrecho. Después sube fuerte unos metros hasta una vieja pista donde encontramos un nuevo cartel indicador. A la derecha se va al collado de Eriste (si todo va bien será nuestro camino de vuelta). A la izquierda al Posets, para el que curiosamente marca 4h 30 min. Según los dos carteles hemos cubierto una hora de camino en unos cinco minutos. A este paso tardaremos menos de media hora en alcanzar la cima…

Seguimos (N-E)  por la pista. Primero horizontal, después en subida, avanza paralela al río Zinqueta. Tras un par de lazadas finaliza en unos prados. Giramos a la derecha (E) para subir recto y en fuerte pendiente, por un sendero poco marcado. Es la primera cuesta seria de la excursión. Habrá muchas mas. Llegamos a la pequeña cabaña de la Basa (1875 m, 10.40 h). Breve alto para recuperar fuerzas y orientarnos. A la izquierda (N) se abre el ancho y profundo barranco de Llardaneta…
La senda continúa por detrás de la casa (hitos). Ganamos altura por un precioso bosque tapizado de rododendros en flor. La pendiente de la ladera es tremenda. A pesar de las lazadas vamos muy lentos. Nuestro objetivo es consumir las mínimas fuerzas, aunque ello represente avanzar a paso de tortuga. Alcanzamos una zona de prados situada al pie de los murallones que se desprenden del pico las Espadas (2160m,  11.30 h). A la derecha (S) se abre una vaguada verde, donde descubrimos, unos cien metros mas abajo, los restos de la cabaña del Clot y unos cercados para el ganado.

Hasta aquí la subida ha sido directa. Ahora la senda gira a la izquierda (N-E), cruza un espolón poco marcado e inicia un largo flanqueo ascendente por el amplio valle glacial de Llardaneta. Se acabaron los árboles. Empieza una zona de prados y roca, que poco a poco se ira tornando mineral. La montaña, hasta ahora dura pero humana, empieza a mostrarnos su vertiente salvaje.
Tras superar un sector inicial de placas estratificadas (por donde se camina de forma incómoda e insegura) la senda sigue en diagonal ascendente (N-O). En algunas zonas la pendiente es tan fuerte que obliga a subir de lado, forzando mucho los pies. Entre las nubes se cuelan los rayos blancos y calientes de un sol agobiante, que nos deslumbra y hace sudar de lo lindo. No me gusta nada, pues parece indicar que se acerca la lluvia, o la tormenta… Alejamos los malos augurios de la cabeza y nos  concentramos en seguir subiendo, siempre poco a poco, con ese ritmo lento en el que depositamos todas nuestras esperanzas de salir con bien de la que ya comienza a ser una apasionante aventura…

Me viene a la cabeza una frase de Ramón Fabregat (un jesuita que me llevaba de excursión hace muchos años) “En montaña siempre se han de respetar las dos pes: la de la prudencia y la de la  paciencia”  Pienso que hoy seguimos el consejo a medias, pues con este día no tengo claro que sea muy prudente seguir adelante. Pero estamos gastando paciencia a raudales…
Llegamos al centro del valle y cruzamos el torrente de Llardaneta. La senda ahora es menos marcada pero hay muchos hitos. Pasamos un nuevo curso de agua y alcanzamos una zona de cortos escalones de placas rocosas y pequeñas pedreras. Continuamos por los mismos en una subida que parece inacabable. Después de una cuesta viene otra, y otra… Todas parecidas en estructura, terreno, inclinación… A nuestras espaldas el valle se desploma en fuerte pendiente sobre el río Zinqueta, que ya queda muy abajo.
 
A las 12.45 h paramos a comer en una pequeña terraza situada junto al torrente. El altímetro marca 2550 m. Hemos subido 750 metros en 2h 45 min. Considerando las circunstancias nos parece aceptable. Encarna tiene graves problemas. Las botas le están destrozando los pies. Llega con la cara desencajada por el dolor. Si no conseguimos aliviarle las molestias la excursión ha terminado. Se descalza, coloca parches en las zonas de roce y vuelve a atarse las botas dejando la caña mas suelta. Después nos zampamos dos grandes bocadillos de jamón. Un zumo y unas galletas completan esta comida de altura.
Media hora mas tarde (13.15 h) reanudamos la marcha. Los dos vamos pendientes de los pies de mi mujer.  Ahora todo depende de ellos. Los primeros pasos son muy lentos, para favorecer la recuperación del ritmo. Después volvemos a tomar la marcha habitual, que también es lenta… Parece que el arreglo ha funcionado. Los dolores son leves molestias perfectamente soportables. De momento la cosa tira adelante…

A las 14.10 h alcanzamos un pequeño circo defendido por paredes rocosas (2750 m). El paso mas fácil parece estar por la izquierda. Hacia allá nos dirigimos. Los hitos nos confirman que la decisión es la correcta. Superamos algunos cortos pasajes de roca mediante una fácil trepada por placas muy adherentes. Una vez arriba entramos en una canal encajada entre la abrupta ladera de la montaña a la izquierda y un espolón pedregoso a la derecha, que supongo nos separa del glacial de Llardana. Hace mucho rato que el sol nos abandonó. El ambiente es húmedo y frío. La niebla esta cerca y nos impide ver las cimas y paredes que se elevan sobre nuestras cabezas. Nuestro mundo se torna tétrico y oscuro. Y al avanzar hacia los negros relieves que se hunden en las nubes, me siento como Frodo poco antes de iniciar el ascenso del Monte del Destino, en el reino de Mordor....
Por primera vez pisamos nieve para atravesar la canal. Esta resbaladiza, al ser blanda en superficie y dura por debajo. Como el tramo es corto optamos por no ponernos los crampones. Voy primero, abriendo huella a patadas. Encarna parece bastante recuperada de los pies y me sigue sin problemas. En el último tramo la pendiente se acentúa y la nieve endurecel. Se han de dar mas golpes con las botas para evitar resbalar…

De repente, siento un dolor agudo en el cuadriceps de la pierna derecha. Lo conozco de otras veces y se lo que tengo que hacer. Rápidamente relajo la pierna y evito el tirón muscular. Pero al volverla a flexionar el problema se repite. Le pido a Encarna que pase delante y abra traza, ya que yo no puedo hacerlo. Al no dar patadas puedo subir poco a poco hasta el final de la nieve, alcanzando la parte superior del espolón (2900 m , 14.40 h). Tal como suponíamos, al otro lado del mismo, y unas decenas de metros mas abajo, vemos el glacial de Llardana. Torturado por los desprendimientos de piedras y tierra que cubren su superficie acanalada, presenta un aspecto agónico y terminal. Mas arriba , la niebla oculta las murallas por donde sube el hilo helado del  corredor Arlaud.
Pero en este momento lo de menos es el paisaje. Si una hora y media antes fue Encarna la que estuvo a punto de derrumbarse, ahora soy yo el que estoy jodido.  Mi vieja lesión de aductores, que me hice hace mas de veinte años subiendo en bicicleta a un puerto de montaña, vuelve a pasarme factura. Se que debo parar un rato y relajar la musculatura.... Pero no lo tengo nada claro. Se me ocurre echar mano del Iboprufeno, que tan buenos resultados me ha dado con las rodillas. No se si el efecto es físico o psicológico. Diez minutos mas tarde me siento mucho mejor, prácticamente restablecido…
Proseguimos la marcha. Los hitos nos llevan por encima del cordal pedregoso. Después giran a la izquierda (N-E), para atravesar una inclinada pendiente de nieve. No estamos para dar patadas y nos da pereza ponernos los crampones. Así que apuramos el cordal hasta que este se pierde en la pared. Entonces, mientras nos engulle la niebla, subimos por la misma, primero recto y después a la izquierda (N-E). La trepada es fácil, pero el terreno esta podrido y es peligroso. Me concentro en no tirar piedras que a buen seguro impactarían sobre Encarna, que va detrás de mí. Las mochilas tampoco ayudan, dificultando un montón la superación de estos pasos…
Reencontramos los hitos y los seguimos. Doblamos un espolón rocoso. Después bajamos unos metros en diagonal para llegar la parte baja de un gran campo de nieve, que se prolonga bastante arriba hasta alcanzar una amplio y desdibujado collado, a cuya derecha se inicia una cresta rocosa. La niebla y la distancia nos impiden distinguirla con claridad. Pero estamos seguros de que es la arista norte del Posets. Son las 15.30 h y estamos a 3050 m. En las cinco horas y media que llevamos subiendo hemos remontado 1350 m de desnivel. ¡Y aún nos quedan otros 375 m hasta la cima…! Por suerte la vía de ascenso parece clara y eso nos anima. Empezamos a pensar que el éxito es posible. Sólo necesitamos que el tiempo aguante,  las fuerzas también…
El nevero tiene un aspecto inocente. En la nieve blanda las botas se hunden hasta media caño. Pero somos gatos viejos y nos ponemos los crampones. Es una decisión acertada. Iniciamos la subida en línea recta hacia el collado de la cresta. Conforme ganamos altura la pendiente, que desde abajo parecía suave, gana inclinación y la nieve se hace mas cambiante. Tramos helados se alternan con otros blandos e inestables. Pero con los pinchos en los pies subimos tranquilos. La niebla va y viene. La arista norte del Posets juega al escondite con nosotros…
A media subida del nevero oímos voces. Miramos para arriba y vemos un grupo de cinco personas que desciende por la cresta. A tenor de lo lentos que van no debe ser fácil. Mal rollo…Nos preocupan las piedras que tiran, las cuales bajan rodando a gran velocidad por la ladera por donde subimos. Me viene a la cabeza una partida de bolos... Por suerte los jugadores tienen muy mala puntería...
 
Nos encontramos con el otro grupo cuando alcanzamos la cresta y ellos se preparan a descender por la nieve. Nos cuentan que el tramo que resta es estrecho y aéreo, que hay algún paso delicado, y que se ha de ir con mucho cuidado porque el terreno es extremadamente descompuesto. ¡Menudos ánimos!  Esta descripción me sorprende, pues según la guía la arista es fácil. Sea como sea habremos de subir. No nos daremos la vuelta sin mas a 3250 metros…
La entrada en la cresta la hacemos por una empinada canal de roca podrida. Con los crampones en los pies este tramo es muy pesado. Encarna se pone de los nervios. Ya en la cresta encontramos una pequeña repisa donde podemos sacarnos los crampones con comodidad. Después los fijamos junto con los bastones en el exterior de la mochila. Con las manos libres y el corazón henchido de emociones contradictorias, iniciamos la última parte del ascenso. Son las 16.25 h. Sólo nos quedan 125 metros de desnivel hasta la cima. Una tontería comparada con lo que llevamos en las piernas...
La primera parte de la arista es un ascenso inclinado por rocas fáciles. Encontramos algún tramo algo escaso de agarres, pero se supera sin problemas. Encarna, que va pegada a mis talones, sigue todos mis movimientos e indicaciones. La niebla crea un ambiente enigmático y fantasmagórico. Pero estoy en mi salsa y me siento muy seguro y tranquilo. Tenemos la cima en el bote, y eso nos hace ignorar el cansancio y el peso que llevamos en la espalda. Poco a poco pero sin parar, vamos superando los distintos pasos, todos muy asequibles pero bastante aéreos, que nos plantea la cresta. Esta no tarda en perder inclinación y alcanzamos la cima norte del Posets (3325 m, 16.40 h ).
Sigue una sección horizontal y bastante estrecha, con subidas y bajadas. En algunos sitios vemos por la derecha (O) trazas de sendero. Pero nosotros vamos casi todo el rato por el filo de la arista. La niebla nos rodea privándonos de toda visibilidad. Esto tiene su lado bueno, ya que no vemos el patio que se abre a ambos lados del filo rocoso. No sabemos si la próxima punta será será la cumbre. La impaciencia nos hace acelerar el paso, a la vez que dilata nuestro sentido del tiempo. La subida se nos hace largo, mucho mas de lo que en realidad es. De repente, se desvanecen las nubes y podemos ver, por fin, el viejo y maltrecho pilar de hormigón que corona la cima . Esta muy cerca, a 50 metros escasos, Un último paso estrecho nos complica algo la vida. Pero nos es igual. Esto esta hecho…
A las 16.55 h alcanzamos la cumbre del Posets (3375 m). Estamos en la segunda cima mas alta del Pirineo. La emoción es intensa. Alegría, satisfacción… No acierto a describir lo que siento. Encarna también está contenta. Ha sido una ascensión dura pero gratificante, por una vertiente salvaje y un itinerario que desconocíamos. Con todo, la vía es muy lógica y fácil de seguir, estando marcada con muchos hitos. Algo que para nosotros es muy importante es que, salvo el encuentro con el grupo de la cresta,  hemos ido en completa soledad. De hecho, tanto Encarna como yo hemos subido varias veces hasta aquí, y es la primera vez que estamos completamente solos, no solamente en la cima, sino también en la montaña…
Desgraciadamente las nieblas no quieren premiar nuestro esfuerzo y nos privan del bien mas preciado de este lugar, sus fantásticas vistas. Pero como que las conocemos de otras ascensiones con un tiempo mejor, no pasa de ser un mero inconveniente. Con todo, empiezo a pensar que yo y el Posets tenemos alguna incompatibilidad, pues en tres de las cinco veces que lo he subido, siempre ha sido con niebla y tiempo inseguro…
Al no haber paisaje no hay nada que ver ni fotografiar. Así que tras hacernos un par de abandonamos la cima. Son cerca de las 17.10 h. Tiene gracia…Siete horas de sufrido ascenso para pasar cinco minutos escasos en la cima, y sin vistas… Como diría un amigo mío amante de los nobles deportes del “silloning” y del “levantamiento de vidrio”: “No hay quien entienda a los montañeros, salvo otro montañero…”


Siguiendo con nuestro plan, iniciamos el descenso por la vía normal que sube del refugio Angel Orús que conocemos bien. Comparada con el itinerario de subida, es una verdadera autopista. Una senda bien marcada desciende el amplio espolón sur cubierto de pedreras. A pesar del peso, o a lo mejor debido a ello, bajamos velozmente. En treinta minutos (15.40 h) alcanzamos el collado del Diente de Llardana (3010 m), al pie de la vistosa y aguda aguja calcárea del mismo nombre. El tiempo continúa igual, aunque al perder altura parece que las nieblas se abren con mayor frecuencia.
 
De nuevo la prudencia hace que nos calcemos los crampones para descender por la canal Fonda. Pero en la nieve pastosa y resbaladiza los pinchos no sirven de mucho. Para evitar sobresaltos bajamos medio de lado, para controlar los deslizamientos de los pies. Cuando empezamos a acostumbrarnos a la pendiente nevada, queda cortada por la pedrer. Nueva parada para sacarnos los crampones. Seguimos por la senda bien marcada que baja en diagonal por la tartera y  alcanzamos la zona llana situada a  mitad de la canal. De nuevo pisamos nieve, pero ahora la inclinación es moderada.
  
A las 18.45 h llegamos al inicio de la canal Fonda. Allí encontramos un nutrido grupo de sarrios que pacen por las pendientes herbosas. Los tenemos a unos cien metros de distancia y parece no molestarles nuestra presencia. La cámara fotográfica entra en acción mientras nuestros eventuales acompañantes se alejan lentamente montaña arriba
Unos minutos mas tarde (2680 m), antes de que la senda cruce la canal para salir de la misma e baja hacia el refugio, abandonamos el camino e iniciamos un flanqueo horizontal a la derecha (S). Algunos hitos nos guían por una vertiente inclinada y cubierta primero de pedreras y después de hierba. Este atajo nos lleva hasta el GR 11.2 Lo seguimos. Una breve subida, seguida de una corta bajada por una zona rocosa y un tramo horizontal, nos deja en el extremo norte del lago Llardaneta. Por la ladera de la derecha (O) un caudaloso torrente se precipita formando una espectacular cascada, que se alimenta de los neveros que ocupan el valle del Forau de Neu. Son las 18.06 horas y estamos cerca del final de esta larga y dura jornada.
 
La niebla se pasea sobre las placidas aguas del lago y le da un aire misterioso e irreal. La orilla izquierda (E) del mismo aún esta cubierta por la nieve. En las restantes afloran pequeñas pedreras y algunas zonas de hierba. Me parece que no hay nadie, lo que no deja de sorprenderme. Rodeamos el lago por el GR y llegamos a su extremo sur donde curiosamente tiene la salida de aguas. Al lado hay una zona de hierba. Nos percatamos de que no estamos solos. Entre dos grandes piedras, dos montañeros vascos han improvisado un chiringuito con los chubasqueros. Por su bien espero que no llueva.. Y al final del prado, junto al río que nace del lago y al resguardo de una roca, está la tienda de una pareja de franceses. Nadie mas, de momento…
El lugar presenta varios pequeños cercados de piedra a modo de paravientos. Su interior es de tierra llana. Un buen lugar para acampar. Escogemos el que nos parece mejor. Nos liberamos de la mochila e iniciamos la que resultará ser la parte mas complicada de toda la excursión. Montar la tienda…

Como todo buen ingeniero, cuando la compré no pregunté como se montaba. Pensaba que sería como todas. Pero se trata de un producto de alta tecnología, con instrucciones mudas difíciles de entender si no se sabe el intríngulis de la cuestión. Y nosotros no lo sabemos. Durante largo rato intentamos comprender el proceso de montaje. Las pruebas se suceden sin éxito, finalizando siempre en estructuras tan ilógicas como forzadas, Me siento idiota. Encarna, con todo su ilustre pasado de guía de boy-scouts, tampoco encuentra solución al jeroglífico ¡Y pensar que la propaganda decía que se montaba y desmontaba fácilmente y en un par de minutos! Pues una de dos, o los del Decathlon son unos mentirosos o nosotros unos completos inútiles…

Tras media hora de cabreo, juramentos y recuerdos injuriosos para los integrantes del departamento de diseño de la multinacional francesa, y también para sus ilustres familias, llegamos a la conclusión de falta algún componente que no explican las instrucciones. No hay mas cojones que desistir de montar la tienda y emplearla como si fuera una funda de vivac. Pero en eso aparece los Angeles de Charly... perdón, quise decir de la Guarda… ¡en que estaría yo pensando...! Nuestros vecinos vascos han seguido nuestras evoluciones y vienen a echarnos una mano. Familiarizados con este tipo de tiendas, nos explican un pequeño detalle que aclara la situación. Pocos minutos después, la que habíamos catalogado como mierda tecnológica de dos kilos de peso, se transforma en una flamante y práctica tienda ¡Lo que son las cosas!
Damos las gracias a nuestros salvadores e iniciamos los preparativos para pasar la noche. De las mochilas salen sacos, colchonetas y otros enseres que acomodamos en el interior del pequeño habitáculo. Después nos damos un festín a base de tortilla de patatas, sándwiches variados, galletas, zumo…Y de bebida agua de la cosecha del 2004… Casi sin darnos cuenta, la tarde se agota. La niebla vuelve a caer sobre el valle, ocultando la cercana cima bífida del pico Forqueta. Esta cierra el valle al suroeste y parece invitarnos a subirlo de inmediato. Pero eso lo dejamos para mañan. Ahora lo que toca es descansar y dormir, que buena falta nos hace…

No son las 21.00 h y ya estamos en los sacos intentando conciliar el sueño. Antes de caer en los brazos de Morfeo, echo una última mirada al exterior. La niebla se ha retirado del lugar y el cielo es un collage de nubes y claros. Le digo a Encarna que estoy seguro de que mañana el día será fenomenal. Con esa idea los dos nos sumimos en un sueño profundo y reparador. Pero las predicciones no son lo mío…
Me despierto con un sonido sordo y regular que no acierto a identificar. Hace falta que tome conciencia de donde me encuentro para saber que ocurre. Está lloviendo… Miro el reloj. Las 12.00 h. La lluvia cae sin gran intensidad pero de forma constante. No hay truenos. Llejos de alegrarme me preocupa, pues significa que la precipitación puede que no sea pasajera. Encarna también se despierta. Como yo está sorprendida, pues no esperábamos que el tiempo fuera a peor. Tal vez no es mas que una breve borrasca que pasa con rapidez. Sea lo que sea, hasta que se haga de día nada podemos hacer. La tienda de hi-tech aguanta sin problemas. Quedan unas cuantas horas de oscuridad. Tenemos sueño… Cerramos de nuevo los ojosy nos desconectarnos del mundo. Es igual que fuera llueva o truene. Lo único que importa es continuar durmiendo…

Domingo 18 de Julio.  Nos despertamos a las 7.30 h. Lejos de parar, la lluvia se ha intensificado. Metidos en los sacos esperamos a que ocurra un milagro. Finalmente nos convencemos de que hoy no pasará ningún Santo por aquí. La cosa no tiene remedio... Resignados y sin prisas desayunamos, salimos de los sacos, nos vestirnos, recogemos las cosas,las metemos en la mochila.., Todo sin salir de la tienda. La poca altura y lo reducido del habitáculo hacen que los movimientos sean torpes e incómodos,. Pero de mejor o peor manera conseguimos nuestro objetivo. Después viene la parte mas divertida. Con la chupa y las polainas puestas salimos fuera y, bajo un fuerte aguacero, desmontamos la tienda y como podemos la metemos en su funda. Finalmente cerramos las mochilas, les colocamos la funda impermeable, nos las cargamos a la espalda....Y empezamos a caminar... Son las 8.15 h. Nuestros amigos los vascos han desaparecido (no creo que hayan tenido demasiada buena noche). La tienda de los franceses aún se encuentra en su sitio...
Nos guiamos por las marcas rojas y blancas del GR. El final del valle esta oculto por la niebla. La hierba, las rocas, todo rezuma agua y está resbaladizo. Se ha de ir con cuidado. Al menor descuido patinas y das con los huesos en el suelo. Nuestro caminar no es nada glorioso. Encorvados bajo el peso de la mochila, parecemos mas refugiados que excursionistas. No hay paisaje. Nuestro mundo se reduce a la banda de terreno que tenemos delante, cuya visión queda limitada por la estrecha abertura de la capucha del anorak. Nos aguarda un largo trayecto que, en gran parte, desconocemos por completo... Primero remontar doscientos metros hasta el collado de Eriste. Después bajar por el lado opuesto hasta Biadós. En condiciones normales unas tres horas de marcha. Con este tiempo vete a saber...
Después de un tramo horizontal, las marcas del GR giran a la derecha y se encaran con la canal que baja del collado de Eriste. La senda no está clara, pero sí la dirección de avance. Un nevero defiende la primera parte del ascenso. Como no hay por donde esquivarlo lo remontamos directamente. La nieve está un poco dura. Dando patadas marco una huella, pero con un par de patadas consigo marcar una huella suficiente para que Encarna suba cómoda. Encarna, pobrecilla, en menudos berenjenales se ve metida por culpa del chalado de su marido. Estoy seguro que no lo hace por amor ( no hay amor que una semana tras otra soporte estas pruebas), sino porque le gusta y también disfruta de la aventura. Claro que uno no es masoquista e intenta evitar situaciones como la de hoy. Y si se presentan, pues se capean lo mejor posible... A fin de cuentas, estos momentos son de los que se sufren cuando se pasan, pero también son los que después se recuerdan con mas cariño...
Port encima del nevero hay una pedrera. A 50 metros del collado, la canal se cierra, empina y vuelve a estar ocupada por la nieve, que forma un embudo muy inclinado. No tenemos ganas de aventuras. Salimos de la canal y trepamos por las rocas y terrazas herbosas de su orilla izquierda (S). La subida es fácil pero pide atención. Resbalar aquí tendría feas consecuencias. Esta corta escalada finaliza unos pocos metros por encima del collado. Bajamos al mismo por unas rocas cuarteadas. Son las 9.00 h. El altímetro marca 2860 m. Sigue lloviendo, y no poco...


De la cintura hasta debajo de la rodilla (las partes que no quedan protegidas de la lluvia) estamos empapados. Un aire frío se encarga de helarnos como Dios manda. Sin querer parecer grosero, os diré que no me siento los genitales, que reducidos a la mitad de su volumen, presentan un tacto duro y comprimido que me recuerda el cuero curtido. Es todo un problema echar una meada, pues entre que no la notas y no puedes orientarla convenientemente, acabas poniéndote perdido. Y eso que lo hice a favor del viento... Pero como todo ya está mojado, tanto me da...
El collado de Eriste es un paso importante que comunica  los valles de Eriste y de Gistain. A su derecha (N) se inicia la aguda y complicada arista del pico de Tucón Royo (3121 m), que mas allá del mismo, sigue mucho mas fácil y disfrutona hasta las cimas del pico de las Espadas (3332m ) y después del Posets (3375 m). A su izquierda (S), una cresta pedregosa con algún tramo rocoso se eleva a lo largo de ciento cincuenta metros de desnivel hasta la doble cima del Pico de la Forqueta (3007 m). Si hubiera hecho mejor tiempo habríamos dejado las mochilas aquí, y en algo mas de una hora, habríamos subido y bajado este bonito tresmil. Pero con este tiempo la idea ni se nos pasa por la cabeza. Tras una corta parada en el collado iniciamos el descenso por el otro lado...
La primera parte es por una amplia canal encajonada entre paredones. Bajamos sin problemas. Primero por pedreras. Mas abajo sobre neveros de inclinación moderada. Hitos, marcas de GR, tramos de senda o huellas en la nieve, nos guían sin posibilidad de pérdida. En poco tiempo llegamos a un primer rellano. La canal se abre y forma un alto e inclinado escalón que descendemos guiados por los signos del camino, siempre muy evidentes...
Llegamos a una zona llana, amplia y herbosa donde el valle parece bifurcarse. El camino nos lleva a la derecha (N), atravesando una pedrera de grandes bloques. Salimos a un nuevo escalón. Mas alto e inclinado que el anterior, está limitado por la derecha por una muralla vertical de donde se desprende una bella cascada. La senda se estrecha. Con un trazado tan audaz como sorprendente, dibuja una diagonal descendente que atraviesa esta ladera aérea y empinada, hasta alcanzar el borde de un aéreo espolón que la limita por la derecha (N). Descendemos por el filo del mismo, cuidando de no resbalar con el barro que lo cubre. Después, en varias lazadas muy pendientes, alcanzamos la base del escalón. Ahí encontramos una bifurcación de caminos señalizada con un cartel (2280 m, 9.55 h). Tomando el de la izquierda (S), iríamos a los lagos de Millares y de Lenés. El de la derecha es el nuestro y va a Biadós.

Seguimos por una zona llana de prados donde el camino está totalmente encharcado. La lluvia acentúa los tonos verdes, grises y ocres del paisaje que nos rodea, que en algún momento me recuerda un cuadro impresionista. Pasadas las praderas, el camino inicia el descenso de una ladera alta y muy derecha. Con grandes lazadas traza un itinerario cómodo e inteligente a través de un bellísimo bosque de pino negro tapizado de rododendros en flor. A pesar de la lluvia, disfrutamos recorriendo estos preciosos parajes, unos de los mas bellos que recuerdo haber visto en los Pirineos.
Después de este tramo espectacular llegamos al fondo del valle. El río de la Ribereta se encuentra con un torrente que baja del macizo del Posets  (2080 m, 10.15h). El lugar es salvaje. Los dos cauces de agua, crecidos por el deshielo y las lluvias, bajan con una fuerza y caudal extraordinario. El GR sigue por el otro lado del torrente. Inspecciono el cauce hacia arriba y hacia abajo. Pero no veo por donde cruzarlo... Hemos de pasar dos corrientes. La primera de unos cuatro metros de ancho no es demasiado problemática, ya que podemos salvarla saltando de piedra en piedra. La segunda, mucho mas ancha y violenta, no presenta ningún punto de paso. La inquietud y el temor aumentan por momentos. El obstáculo parece infranqueable y peligroso. No llevamos cuerda y cruzar la corriente entrando en la misma es muy arriesgado. Pero no hay otra solución…
Localizamos un lugar algo mas llano donde el agua parece ir un poco mas despacio. Le digo a Encarna que espere. Sin pensármelo dos veces, me meto en el cauce. El paso debe tener unos ocho metros de ancho y el agua, turbia y marrón, no deja ver el fondo. Avanzo a ciegas, con las piernas abiertas e intentando ofrecer la mínima resistencia a la corriente. Palpo el lecho del torrente con los bastones, a la vez que me apoyo en los mismos. Los movimientos son rápidos pero discontinuos. Es importante estar el mínimo tiempo en posturas poco estables. El torrente es mas profundo de lo previsto. A mitad del mismo el agua me llega a la cintura. Noto que la corriente tira de mí. Por una vez mi peso se convierte en un aliado y puedo concluir la travesía sin mas problemas que controlar la adrenalina que me recorre el cuerpo. Ha sido un auténtico momento Nescafé…

Pero la función no ha terminado. Ahora viene el segundo acto,  aún mas arriesgado y emocionante. Le toca el turno a Encarna… Sufro por ella, ya que pesa treinta kilos menos que yo… Tras explicarle que hacer y darle ánimos, entra decidida en la corriente. Con pasos rápidos avanza sin parar, inclinándose hacia el lado de arriba para intentar contrarrestar la fuerza del agua. En algún momento parece que ésta la va arrancar y se me pone un nudo en la garganta. Entro apresuradamente en el torrente para ayudarla en el último tramo, que es el mas profundo. No será necesario… Como una verdadera jabata consigue salvar el obstáculo, saliendo indemne y  temblorosa del río…

Superada la peligrosa prueba, sentimos que los músculos se aflojan y nos sentimos felices y relajados. Estamos seguros de que no habrán mas obstáculos. La lluvia ya no nos afecta. No hay porción de piel que no esté húmeda o mojada. Los pies parecen moverse en una bañera. La ropa, chaqueta incluida, parece sacada de la lavadora antes de iniciar el centrifugado. A pesar de llevarla envuelta en una bolsa y dentro de la funda, mi nueva cámara fotográfica también se ha mojado. Buen estreno le estoy dando… Esperemos que no se estropee, porque las averías debidas a la humedad seguro que no las cubre la garantía ¿Y las mochilas…? Mejor no pensar en ello… El diluvio continúa y no parece querer parar. Pero a estas alturas nos tiene sin cuidado…
Pasado el río el camino remonta unos metros e inicia el recorrido de la vertiente derecha (N) del valle del río de la Ribereta. Primero horizontal. Después en bajada. Hacemos un larguísimo flanqueo atravesando bosques, prados y pequeñas canales, que nos lleva hasta el inicio del valle. Mas abajo el cauce desemboca en el Zinqueta. Al otro lado vemos, cercanas, las bordas y el refugio de Biadós. El GR gira a la derecha (N), cruza un prado en ligero ascenso y llega a na pista. Seguimos por la misma hasta encontrar nuestro itinerario del día anterior, en el segundo cartel indicador del Posets y Collado de Eriste.

Por camino conocido bajamos por el bosque. Cruzamos la valla para el ganado y atravesamos el puente de madera sobre el río Zinqueta. Después viene una corta pero intensa subida hasta encontrarnos con el camino del valle de Añes Cruces (nuevo cartel indicador). Seguimos hasta las Bordas y el refugio de Biadós. La zona de aparcamiento, ayer atestada de vehículos, está casi desierta. Siguiendo la tónica de la excursión, no vemos a nadie. Y es que con este tiempo solo los locos y los desesperados se echan al monte. ¿A cual de estos grupos perteneceremos nosotros…?
Seguimos por la pista. En un par de minutos llegamos al coche. Son las 11.20 h y continúa lloviendo. Por hoy ya está bien. La excursión ha terminado. Sin perder tiempo nos sacamos la ropa mojada y la reemplazamos por otra seca. ¡Que bien se está así! Ponemos los trastos en el maletero sin demasiados miramientos e iniciamos el viaje de retorno a casa…
Llegando a Plan para de llover y sale el sol. En Ainsa aumenta de temperatura. Poco después  el calor es achicharrante… Sin duda ha sido un fin de semana de sorpresas y fuertes contrastes. El sábado, cuando todo parecía indicar que llovería, no lo hizo. Y el domingo, cuando tenía que hacer buen tiempo, ha salido bien cagado… Pero ha estado bien. La excursión ha sido intensa y maravillosa. La niebla se ha encargado de que no viéramos casi nada. La lluvia ha endurecido mucho el camino de retorno, haciéndolo peligroso en algún punto. Pero la montaña es así y, de cuando en cuando nos hace estas pequeñas putadas.  Son las reglas de juego y no admiten discusión… Además, ¿a quien se podría reclamar…?
Nos sabe mal no haber podido ver el coluoir Arlaud, ni los fantásticos parajes por los que pasa el GR al descender del collado de Eriste a las granjas de Biadós. Tenemos un buen motivo para volver a este precioso valle y conocerlo mejor. Estaría bien volver a realizar un bonito itinerario. Ascender por una canal, recorrer una estrecha arista, o dormir en la orilla de un solitario lago... Pero estoy seguro que será muy difícil rebasar el listón de la “ruta curiosa” de este fin de semana. Muchas veces la belleza no viene dado por lo que vemos, sino por lo que sentimos. Y de sentimientos y sensaciones hemos quedado mas que colmados...

EniEn - Julio 2004

2 comentarios:

  1. De acuerdo en todo: en lo de locos, desesperados, en lo de animalada, salvajada diría incluso, en lo de incomprensible... pero joder, quina excursió, nanos!! Chapó!! :)

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  2. Hola Norma. Normalment som assenyats. De vegades, però, tenim els nostres rama-lassos, com qualsevol fill de veí.I que ens duri...

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