Rutas e historias de montaña mas o menos normales, y alguna cosa mas…

miércoles, 10 de agosto de 2011

ONCE DIAS EN BABIA. UNA CIRCULAR SORPRENDENTE

Posiblemente, la salida mas sorprendente de nuestra estancia en Babia, fue el recorrido del cordal que une el Morronegro con la Peña Azmón. Se trata de una ruta circular “de libro” con origen y final en el pueblo de Torrestío, en la que se pasan por cuatro cumbres. La excursión, de media jornada, no tiene complicaciones y si muy buenas vistas. Pero lo que mas nos gustó fue el trazado del itinerario, tan bonito como espectacular, y el carácter del mismo, que refleja muy bien las características de los montes de Babia. Del todo recomendable…

MORRONEGRO, LA LOMA, EL ARCA y PEÑA AZMON

Fecha
PRINCIPIOS DE VERANO- Lunes 4 de Julio 2011
Asistentes
Encarna,Enric
Zona
Cordillera Cantábrica. Babia. León
Inicio ruta
Torrestío (centro del pueblo) – Desde san Emiliano seguir la LE481 que va al puerto de la Ventana, hasta el Km 10.5. Ahí sale una carretera estrecha que, en unos 4 Km, lleva a Torrestío.
Final ruta
Recorrido
Torrestío-Pista valle Vallverde–Camino del collado del Queixeiro-Picu Pielda-Collado de Morronegro- Morronegro-Morronegro S-La Loma - El Arca - Peña Azmón - Cordal N Peña Azmon - Pista-Torrestío 
Noche
No
Horario
Total
5h 42 min
Efectivo
 5 h aprox
Cota (m)
Mínima
 1355 (Puente entrada Torrestío)
Máxima
2151 (Morronegro, cima N)
Climatología
Buen tiempo
Nieve-hielo
No
Desnivel (m) (1)(2)
Ascenso
 1035
Descenso
 1035
Distancia (Km)(1)
11.6 Km
Dific.Física
Media
Dific.Orientación
Baja
Dific.Psicológica
Baja
Dific.Técnica
Baja
Material
Senderismo
Cartografía
“Cordillera Cantábrica. Parque Natural de Somiedo”,1:60000,Ediciones Adrados, 1999
Bibliografía
No disponemos de ninguna información
Valoración
Fácil y muy bonital ruta circular de media jornada, que enlaza 4 cimas de un mismo cordal. Un recorrido magnífico. Absolutamente recomendable.
Comentarios
El descenso de la Peña Azmón es muy terreno muy incomodo y pide calma y paciencia.
De vuelta aconsejamos comer en el bar de Torrestío.
Track (en formato gpx):
(1) A partir del track con CompeGPS Land.  (2) Considerando variaciones mínimas de altura de 2 m


Lunes 4 de Julio. Nos fijamos en el Morronegro el día de las Ubiñas. Nos volvimos a fijar desde la cumbre de Peña Orniz. Fue suficiente…Decidimos hacer un hueco en nuestras vacaciones para visitar esta montaña de forma cónica y tonos oscuros. Hoy es el día…

Nos levantamos a una hora razonable, desayunamos, salimos del hostal y cogemos el coche. El viaje es corto (algo menos de 12 Km) y el tiempo espléndido. Unos minutos antes de las 8.30 h llegamos a Torrestío, un precioso pueblo situado a la sombra del pico Morronegro y de la Peña Azmón. Aparcamos en el centro del pueblo, una decenas de metros por delante de una casa rural y un bar-restaurante con muy buena pinta, donde hoy queremos comer. Cogemos agua en una fuente-abrevadero que hay a la derecha. En una pared nos sorprende una señal de tráfico de “peligro gallinas”. Un enorme pastor-leones duerme bajo un tejadillo cercano. Tres ancianos nos observan con curiosidad mientras nos ponemos las botas y acabamos de montar las mochilas. Cuando empezamos a caminar (8.35 h, 1365 m) nos saludan con una amplia sonrisa. Tengo la sensación de que el día promete…

Seguimos por la calle principal (O). Tras una breve bajada, cruzamos el río por un puente y subimos hasta un desvío al nivel de la última casa del pueblo (cartel informativo, 8.41 h, 1382 m). La pista de la derecha va al collado de la Farrapona. Tomamos la de la izquierda (O-SO). Después de una breve pero fuerte subida, la pista se suaviza y entra en la vertiente izquierda (orográfica) del valle de Vallverde. La figura oscura del Morronegro (que bien le va el nombre) y, mas a la izquierda, del cordal que finaliza en la Peña Azmón, son bien visibles. Seguimos la pista (horizontal o en suave ascenso) durante algo menos de 2 Km.  Después la dejamos (9.15 h, 1502) y bajamos por los prados de la izquierda hasta el río (9.17 h, 1495 m). Al otro lado del cauce tomamos un sendero que se ve de lejos.

El camino se sigue sin grandes problemas (en general esta marcado, hay hitos y postes-baliza). Con una subida cómoda y discontinua por terreno herboso nos lleva al SO. Dejamos a la izquierda las laderas y montículos de la falda del Morronegro, que cada vez nos parece mas alto y altivo. La senda se dirige al collado del Queixeiro, donde finaliza el valle de Vallverde. Pero no llegamos hasta el mismo. En una hoya herbosa que hay poco antes del collado, dejamos la senda (9.50 h,1732 m) para remontar ladera de la izquierda (SE), en busca del cordal occidental del pico Pielda. La inclinación del terreno y las zonas de arbustos convierten la subida en dura y algo ingrata. Ya en el cordal, continuamos a la izquierda para esquivar por el norte la cima chata y sin carácter del Pielda. Un breve descenso y llegamos al amplio y pedregoso collado de Morronegro (10.19 h, 1931 m).

Delante nuestro la cara oeste del Morronegro se muestra desafiante. Son 220 metros de empinada ladera de piedras negras, arbustos y algún resalte rocoso. Sin detenernos iniciamos el ascenso. Una senda que sube en lazadas señalizada con hitos hacen que la subida sea mucho mas rápida y cómoda de lo esperado. Pronto el collado queda atrás y abajo, y el pico de Pielda se ve como una simple loma. Sin nada especial que contar, tras media hora de ascensión alcanzamos el poste geodésico que jalona la cumbre norte y principal del Morronegro (11.48 h, 2151 m).

La situación de esta cumbre le convierte en un mirador privilegiado de las cumbres y valles de Babia. El macizo de las Ubiñas al completo y el cordal que se desprende del mismo al norte, con cimas como el Colines, la Peña del Ranchón o el Socellares, que realizamos hace unos días. El Montihuero, la Peña Orniz y otras cumbres que no conocemos. Dedicamos especial atención al cordal por el que continua nuestra ruta, con los picos de La Loma, el Arca y la Peña Azmón. Nos sorprende su aspecto sencillo y espectacular a la vez, con mucho ambiente. También algo largo… Esto nos hace pensar en que habremos de apretar el paso sin queremos llegar a Torrestío a tiempo de que nos den de comer en el bar-restaurante. Nos gustaría estar un buen  rato en esta preciosa cumbre, pero no hay tiempo que perder. Hacemos las fotos de rigor y abandonamos la cumbre en la que hemos estado apenas 5 minutos…

Un sencillo cordal-cresta nos lleva (SE) hasta la cima sur del Morronegro (11.55 h, 2138 m). Un par de minutos para hacer unas cuantas fotos y seguimos adelante. Bajamos por una empinada ladera de hierba y piedras, primero al NE, después E, y alcanzamos un ancho collado (12.11 h, 2018 m). Continuamos (E) por un ancho cordal (trazas de senda) que, después de dos pequeñas elevaciones, finaliza en la doble punta rocosa del pico La Loma. Primero visitamos la derecha ( S,12.23 h, 2059 m). Después vamos a la izquierda (N, 12.25 h, 2062 m), algo mas alta y con hito cimero. Las rocas de marmóreas de color blanco y negro dan un aire especial a esta cumbre. Se esta bien. Nos detenemos para comer una barrita. Un cuarto de hora mas tarde volvemos a la carga (12.40 h).

Un descenso muy empinado e incómodo (N) por una ladera cubierta de matorrales que ocultan agujeros y pequeños muros (atención) nos lleva, un centenar de metros mas abajo, a terreno mas franco y llano. Giramos a la derecha (E) y, sin haber de fijarnos donde ponemos los pies, alcanzamos un amplísimo collado donde las zonas de tierra y piedra se alternan con las de vegetación (12.55 h, 1920 m). El cordal se convierte en una amplia ladera rematada por las torres rocosas del pico del Arca. Llegar al pie de las mismas no tiene mas complicación que ir esquivando arbustos y, al final, superar una  tartera algo incómoda. Una sencilla trepada por una canal y una brevísima cresta nos dejan en la cima del Arca (13.09 h, 2003).  Al este, las vistas del macizo de las Ubiñas y sus alrededores son sensacionales. Al oeste el Morronegro se alza altivo y mas alejado de lo que esperábamos. Y es que este maravilloso cordal es mas largo de lo que parece. Y aún nos queda un trozo hasta su final en la cima larga y achatada de la Peña Azmón que vemos tenemos delante (N).

De nuevo el reloj y el objetivo de una buena comida nos hacen renunciar a un alto mas que justificado. Unas cuantas fotografías (en lo que va de día llevo hechas mas de doscientas) y reemprendemos la marcha. Lo mas cómodo y rápido es bajar por donde subimos. Pero preferimos crestear al norte para subir la última cumbre del tridente del Arca. El descenso es sencillo pero pide cuidado (huecos entre rocas tapados por los arbustos). Después una trepada corta y divertida nos lleva a la punta norte (13.18 h, 1990 m). Cinco minutos del alto y nos vamos para abajo. Próxima parada Peña Azmón.

Descendemos del Arca (O-NO) por una ladera de rocas y arbustos. Nos lleva al extremo izquierda (S) de una curiosa cresta rocosa que, a modo de puente, salva la depresión natural que forma el terreno y lleva al inicio del cordal de la Peña Azmón (13.29 h, 1937 m). Su recorrido (N), muy fácil (caminar) pero mas largo y entretenido de lo esperado, se suma a las ya numerosas sorpresas que nos esta deparando esta excursión. Tras el mismo, toca recorrer un amplio cordal-ladera (NE) que de lejos parecía horizontal y ahora vemos que no lo es tanto. En el extremo del mismo un gran hito señala la cima de la Peña Azmón, la última del día (13.49 h, 1955 m). Al norte, en el valle, las casas de Torrestío se ven muy a mano, casi olemos los huevos con chorizo y la cecina con aceite de oliva. Lo que queda es todo bajada, en parte por pista. Aun no son las dos, por lo que debería de haber tiempo de sobras de llegar para comer. Pero la ruta nos reserva una última sorpresa…

En montaña hablar de lógica es mucho hablar. La lógica dice que una cima como la Peña Azmón, con un hito tan mayúsculo, debería tener una senda mas o menos aceptable que subiera desde el pueblo mas cercano, que es Torrestío. Pero el dichoso caminillo no aparece en el plano ni en el terreno. En otras circunstancias, este contratiempo nos complacería. Pero ahora, ponernos el disfraz de “sabuesos montañeros” y liarnos a husmear contra el reloj una ruta de bajada en un terreno agreste que no conocemos, no nos satisface demasiado. Pero no hay otra salida…

Dejamos la cima para bajar al norte por una cresta estrecha, empinada y algo vertiginosa. En la misma se dibujan algunas huellas de paso de animales que no tienen continuaidad. Ningún hito, ni sendero decente. Se baja fácil, sin problemas (caminar con cuidado), pero con la incertidumbre de podernos meter en un bonito embolado. A la  derecha (E) hay una vertiente pedregosa con algún resalte que no nos gusta nada. A la izquierda (O) la ladera cubierta de una tupida maraña de arbustos baja no sabemos a donde ni como. Mal rollo… De momento lo mejor es seguir por donde vamos. El descenso es forzosamente rápido. En poco tiempo perdemos 150 metros de desnivel y alcanzamos una sección en que la cresta es casi horizontal. Con cierto temor por lo que podamos encontrar, vamos hasta el extremo norte de la misma y miramos hacia abajo (14.12 h, 1782 m). La buena noticia es que hasta la pista (aparentemente cercana) no hay cortados. La mala es que la ladera es muy empinada y con bastante mala pinta. “Esto esta hecho”, le digo a Encarna y empezamos a bajar por la izquierda. Como dice el refrán, “a mal tiempo buena cara…”.

En nuestro diccionario montañero se ha inventado un nuevo calificativo. De igual forma que “tramo jabalí” describe una zona donde te has de pelear con la vegetación para poder avanzar, en adelante cuando digamos “bajada Azmón” nos referiremos a un descenso por una ladera sin cortados, cuya inclinación, inestabilidad del terreno y vegetación, te hace ir al límite de la caída y con los dientes apretados. Pues bien, el descenso de la ladera es una auténtica “bajada Azmón” que nos tiene entretenidos y emitiendo juramentos durante un buen rato. Para adornar el pastel, ya bastante abajo nos topamos con unas bandas de cortados que no estaban en el guión, que nos obligan a hacer un rodeo por la izquierda con pequeña subida incluida. Como colofón, llegando a la pista prometida, el cruce de un pequeño barranco infectado de zarzas, matorrales pinchosos y hierbas altas, que al moverlas desprenden nubes de pequeños mosquitos que se te meten por todas partes, pone un punto jabalí de primerísimo nivel a una sección de la excursión que podría haber firmado el mismísimo marqués de Sade. Lo mejor y mas inexplicable de todo es que, a pesar de todos estos contratiempos, nos lo hemos pasado bien. Decididamente somos bastante rarillos…

Tal como estaba previsto, con la llegada a la pista (14.47 h, 1537 m) se acaban las dificultades, pero no la excursión. Seguimos la pista que con una lazada sube hasta una zona llana situada a la derecha (O) del Cueto, donde hay una antena. La vista de la cresta de la Peña Azmón y de la ladera por donde hemos bajado hace poca justicia a lo que en realidad son. La pista gira a la derecha (N) y se encamina a Torrestío con algunas lazadas, que atajamos para llegar al pueblo después de un largo flanqueo a la derecha, forzado por varias líneas de alambradas. Como si no estuviéramos satisfechos con las muchas sorpresas del día, al entrar en el pueblo cogemos una calle equivocada que pasa al lado de la iglesia (cuya torre es preciosa) y hemos de volver atrás al ver que no hay por donde cruzar el río. Finalmente, encontramos un puente (1355 m) que nos permite salvar el cauce y nos deja en las primeras casas de la localidad. Son las 15.13 h. ¿Llegaremos a tiempo de que nos den de comer? A paso ligero recorremos la calle asfaltada. Faltan veinte metros, diez, cinco, hemos llegado. Nos extraña que no haya nadie en las mesas exteriores. Pulsamos la puerta, pero no se mueve. Entonces caemos en que… ¡Mierdaaaa, es lunes! Día de descanso semanal… Es la última sorpresa de la excursión, y la que menos gracia nos hace…

Se ha perdido una batalla, pero no la guerra. A toda prisa seguimos calle arriba y llegamos al coche. Por cierto, final de la excursión (15.17 h). Sin perder un instante y sin sacarnos las botas nos metemos dentro. Después de varias horas al sol el interior es un horno. Maldita hora en que escogimos la puta tapicería de piel… Partimos de inmediato a San Emiliano. Aun hay tiempo...

Veinticinco minutos mas tarde ocupamos una de las mesas del restaurante del hostal. Estamos acalorados, con cara de satisfacción y una jarra de cerveza bien fría en la mano. Esta vez no ha habido sorpresa y hemos podido salirnos con la nuestra. No tardan en servirnos un platazo de cecina con aceite oliva. Empieza la fiesta… Respecto la comida en Torrestío no se nos ha olvidado, que aun estaremos unos días mas en Babia. Las espadas siguen en alto…

La ruta en imágenes
(Recomendamos ver como como presentación -mas calidad- . Para ello pulsar en la foto y después el botón "pantalla completa")


EniEn - Julio 2011

1 comentario:

  1. Muy bonito el reportaje. Yo estuve haciendo el mismo recorrido este domingo pasado.Un placer contemplar la zona con otras imágenes diferentes a las mías. Nota: tengo que decirte, que donde sitúas a Peña Orniz, en una de las últimas imágenes, corresponde a la zona de Los Bígaros y a su izquierda, se encuentra el Muñón. A la derecha, monte verdoso: Los Corros. Un saludo montañero.

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